domingo, 16 de enero de 2011

No Somos lo que Éramos

No me tragó ningún agujero negro. Tampoco me chupó la bruja. Mucho menos la más factible posibilidad de que me tragara la tierra (si no me creen, dense una vuelta por Iztapalapa en la Ciudad de México). Ninguna de esas cosas le pasó al que hoy esto escribe.
Se que de pronto y sin agua va, pararon las contribuciones literarias de este mosqueado blog, la causa, aún está por descubrirse. Pero fundamentalmente es porque no tenía ganas. Cuando tenía ganas, no sabía que escribir. Me pasaba como cuando los adolescentes quieren tener sexo: A veces tienen con quien pero no en donde y cuando tienen en donde, no tienen con quien.

Estos dos últimos e intensos meses, he sido llevado desde un estado de agonía a uno de éxtasis. En este tiempo mi encuentro con el teclado ha sido solo con motivos laborales y he evadido mi responsabilidad de escribir sobre todo lo que ha pasado. Lo muy bueno y lo muy malo. Ya hablaré algún día de todo esto. Por lo pronto no quiero que se preocupen, no me estoy muriendo ni nada por el estilo; así que por ese lado podéis ir en paz. De lo bueno… de lo muy bueno, también hablaré después, porque este espacio lo voy a usar para otra cosa y lo muy agradable que les quiero contar, merece un espacio completo para eso y será después. Entonces ya estamos, el que entendió, entendió.

Sin embargo puedo decirles que lo muy bueno de estos dos meses, se lo debo específicamente a mi hermana la Crayola Roja, que ha sido un salvavidas en este valle de lágrimas; no solo para mi, sino también para la Generala y por eso estamos agradecidos desde aquí hasta la eternidad.

Es increíble los cambios que hay en uno, en su ser y en su pensar. El paso de la vida es tan inexorable, que fundamentalmente yo pensaba que como era cuando tenía diez años, era como iba a ser hasta que me muriera.
Falso. La manera en la que soy hoy, dista mucho de cómo era hace tres años. Para mi tristeza, creo que hay mucha gente que me extraña. Otros ya dejaron de extrañarme y voltearon hacía otro lado. Mi familia sobretodo, creo que es la que más me extraña, pero también su presencia es firme y tan importante hoy, como lo ha sido siempre. Lo peor de todo es que él que más se extraña, soy yo mismo. Y es que no están para saberlo, pero yo me quiero mucho. Me quiero y me cuido tanto, que a veces olvido lo que los demás me desean en buena lid. Se que los más allegados me quieren y se preocupan, pero yo mismo tal vez los he alejado inconcientemente. Así es esto.

Mi humor estos meses ha sido sombrío y ha sido macabro. El entorno, la verdad es que no ayuda mucho. Estamos en mi país sumidos en una guerra como la que no teníamos hace noventa años. Da miedo salir a la calle. Da miedo caminar en el parque y da miedo salir a reunirte con tus amigos.
En este difícil recorrido, he sido acompañado por la Generala. A veces yo la cargo a ella y otras veces ella me carga a mí. A veces caemos los dos y alguien trata de cargarnos, pero no puede y solo nos arrastra. Otras veces nos quedamos tirados hasta que alguno puede pararse, cargar al otro y volver a empezar.
En el camino hemos perdido cosas y hemos perdido gente que nos importa, porque no todo mundo entiende por lo que estamos pasando. La mayoría de las veces no nos entendemos entre nosotros ¿Por qué lo haría alguien más?

Aunque algunas personas que me leen aquí, piensan que lo más duro y lo que más me afecta, no lo hablo ni en el blog ni en persona. Tienen razón.
La única vez que escribí en estos dos meses lo que pensaba y sentía, mi amada compañera me censuró y me instó a no publicarlo. Creo que tuvo razón porque era algo fuerte.
En lo que si tienen razón, es que tengo que abrirme más. Estoy en vías de hacerlo y hasta ahora el primer experimento en año nuevo fue muy bueno y me dejó un buen sabor de boca.

Es que ya no somos lo que éramos, me dijo la primera dama en estos días. Definitivamente tiene razón. Ya no somos lo que éramos y no se si lo volveremos a ser. Ha pasado mucho agua bajo el puente, solo espero que estemos en vías de convertirnos en alguien mejor y que la gente que nos importa esté ahí con nosotros.
A nuestros padres y a nuestros hermanos, gracias por estar ahí. A nuestros amigos, los que están aquí al lado y a los que esperan que nosotros demos un paso para estar con ellos, gracias por estar y por no estar también. A todos gracias y aunque ya no somos lo que éramos, esperemos que estos nuevos que somos, nos quieran igual que antes, nosotros los queremos también, aunque a veces no lo parezca.

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