jueves, 31 de diciembre de 2009

Carta al 2010

Estimado 2010:

Quiero que sepas que he tomado la decisión personal de empezarte sin miedo. Sí me lo permites he decidido bautizarte como el “Año sin miedo”.
Tu colega anterior que a Díos gracias ya se fue; nos ha dejado algo vapuleados la verdad. Primero desde que empezó, llegó pateando la puerta del primero de enero sin el menor reparo y educación, casi casi gritando como Pedro Infante en la cantina:
¡A ver hijos de su… ya llegó el papá de los pollitos! Y al que no le guste váyase saliendo.

Por supuesto a algunos no les gustó para nada su actitud y ahí te van Michael Jackson, Patrick Swayze y la hermosa Farrah. Mejor agarraron sus chivas y salieron por la puerta de atrás. Hasta Brittany Murphy ya casi yéndose el haragán dijo: ¿Saben que? Sí tienen tele “ai” se ven.
Y eso son solo los famosos que todo mundo se da cuenta.

A personas cercanas a mí y muy queridas, también les hizo la vida de cuadritos. O mejor dicho, la salud. Así que a ellos por favor déjamelos tranquilitos, que en tu administración mejor se van a estar recuperando.

Con tu “colega” vivimos una de las peores crisis que hemos vivido en los últimos años y ¡míralo!... ya se va tan campante como sí el no hubiera hecho nada. Se la pasó echándole la culpa al anterior y “quesque” el no había hecho nada. Parece presidente.

Tanta gente que perdió sus empleos, gente muy cercana a mí y que la verdad hoy la están pasando algo mal. Así que por favor ahí te encargo que en tus doce meses (de preferencia en los primeros dos), te acuerdes de ellos y ya por favor dales algo. Porque sí no vas a salir por la puerta de atrás como el anterior.

Pero eso no fue todo mi querido 2010, por sí eso fuera poco tu “coleguita” nos dejó caer una contingencia sanitaria con el temible AH1N1 por ahí casi a la mitad, que vino a empeorarlo todo. Todos los trabajos se detuvieron, la industria turística sufrió mucho y a algunos paisanos nos los tuvieron recluidos por ejemplo en China. Donde nada más se dieron cuenta los chinitos de que eran mexicanos y casi los empalan en la muralla.
Algunos países amigos como Argentina, casi rompen relaciones con nosotros y no dejaban que fuéramos para allá.

A los argentinos no les guardo rencor. Se los guardo a sus estúpidos gobernantes que lo son tanto como los de México.
Y ya que hablamos de políticos… parece que con los únicos que se llevó bien tu antecesor, fue precisamente con ellos. ¡Que descaro! Mira que llevarse bien con toda esa runfla de vagos buenos para nada.
Pareciera que se pusieron de acuerdo para hacernos cada día la vida más miserable.

Nos pusieron impuestos nuevos, que como siempre tendremos que pagar los que siempre lo hacemos y toda la bola de rémoras que nunca pagan, seguirán como el amigo gandalla que nada más está viendo quien lo hace por el. ¡No hay derecho!

Para acabarla de fregar, el tema de la violencia en México se puso como nunca. Sí bien es cierto que una de las cosas que ha hecho bien este gobierno ha sido la guerra frontal contra todos esos que amenazan nuestra paz; la verdad es que estamos muy lejos de alcanzarla. En eso si, Felipito se merece mi aplauso.
Yo solo pido en este tópico que no tenga que morir más gente para alcanzar ese resultado. Espero que con tu homólogo se haya alcanzado el punto más alto y que en tu administración ya todo venga cuesta abajo.

En 1810 fue la Independencia de México; en 1910 estalló la Revolución Mexicana. ¡Ay querido 2010!... no nos vayas a deparar en tu repertorio algún estallido social de esos de proporciones apocalípticas. La verdad es que a este país no le va muy bien con los años que terminan en diez.

Pero no todo ha sido malo. Debo reconocer que el 2009 tuvo sus cosas buenas. ¡Muy buenas!, de las que no hablaré contigo aquí, porque quiero que te vayas con un sentido de urgencia y a partir de mañana empieces a arreglar todo este batiburrillo.

En resumen, deseo que en tu administración la gente que perdió su trabajo lo recupere, que todos se alivien y nadie más se enferme. Que a mi ya no me duela nada, ni tenga que estar yendo al doctor a cada rato (luego te cuento todo lo que me pasó en el 2009), que mi familia y amigos estén bien y todos sigan así.

Deseo que a la Generala y a mi nos hagas papás. Deseo que me alcance para pagar los impuestos nuevos. Deseo seguir teniendo mucho trabajo. Deseo que los que se pelearon se reconcilien y les des la sabiduría para entender. Deseo que el Joey tenga una novia y se entregue a los placeres de la carne, para que por fin deje de hacerse autofelaciones. Deseo que este virginal blog que fue una de las cosas buenas del anterior, siga y siga y siga. Deseo que lo que escribo le sirva a alguien de cualquier manera. Deseo también que no me abandonen las ganas de escribir.

Deseo que a todo el mundo le vaya bien y que tu querido 2010 que eres apenas un repollito, nos ayudes a conseguirlo.

martes, 29 de diciembre de 2009

Resaca Navideña

Recordarás querido lector que como te comenté en otro post, ahora mismo me encuentro disfrutando de unas no se sí merecidas… pero si bienvenidas vacaciones.
Tal vez recuerdes que tenía yo muchas cosas por hacer para este periodo de asueto navideño; pero siento la responsabilidad de contarte que hasta ahora de todas ellas no he hecho absolutamente nada.

Lo único más o menos de utilidad que he hecho, ha sido colaborar torpemente con la generala, para hacer la pierna de puerco que cenamos en Navidad.
Me empeciné en comprar una maldita pierna de seis kilos para una cena de seis personas. Como si cada quien se fuera a comer un kilo de pierna.

La verdad es que nos quedó muy buena y la disfrutamos mucho, pero hasta ahora solo hemos comido pierna de todas las maneras habidas y por haber. Mea culpa.

De ahí en fuera solo me la he pasado en la computadora, jugando, disfrutando mi nueva tele y con mucho frío. Sí acaso lo más interesante después de la cena de navidad, fue que el otro día vinieron mi hermana, el pelón y mi amigo el Gordo Reformado a estrenar el nuevo cuarto de la tele que la Generala y yo (a Díos gracias) ya terminamos. Los conejos no vinieron porque están enconejados.

Llegó la familia de mi comadre por la navidad y cuando eso sucede al Güero se le paraliza el mundo, se le enclochan las velocidades, pone cara de baboso y la quita hasta que el contingente moclovense abandona territorio enemigo.
Hasta la fecha no se sabe del paradero de la Familia Conejo y sí los ve, por favor repórtelos con su estación de policía local.

La otra cosa que pasó y que me tiene francamente molesto es otra vez mi rodilla.
Sí leíste mi post de If you go to San Francisco, donde inició aquella intensa crónica de nuestro periplo a la ciudad californiana, documento histórico de valor imperecedero que hoy ocupa su lugar al lado de obras como La Guerra y la Paz de Tolstoi, El Diario de Ana Frank (que el pelón no pudo pasar de la página tres), La Segunda Guerra Mundial de Winston Churchill y el Popol Vuh, sabrás que no es la primera vez que me da lata esta rodilla izquierda maldita que estoy a punto de sustituirla con las sobras de la pierna de puerco de navidad.
Imagino que sí McDreamy y McSteamy hacen grandes cosas para la medicina en Grey’s Anatomy, yo que soy McRow no veo porque no pueda hacerme un transplante de pierna.

Maldita rodilla que le encanta ponerse mala en vacaciones ¿por qué Díos mío por qué? ¿Por qué no se pone mala en días de trabajo para que me incapaciten y me manden a mi casa? ¿Por qué solo en vacaciones? ¡Ay de mí!

La primera vez que me puse mal de la rodilla en San Francisco, la verdad es que me curé por obra y gracia del espíritu santo. Pero esta vez mi esposita insistió tremendamente en que debería atenderme con medicina especializada y de alta calidad. Entonces decidió por sus puros tompiates (testículos en Nahuatl) que me llevaría con un terapista físico quiropráctico (Vulgaris Sobador Brujo que no pasó ni la primaria), “quesque” muy bueno porque a mi cuñada la salvó de una cirugía, a mi suegro le curó el codo y a mucha gente más de cuyo nombre no puedo acordarme. Esta eminencia casi se puede asegurar que sí se traga un cubo Rubik lo defeca armado.

Yo la verdad tengo mis reservas de ese tipo de cosas, pero marido obediente como soy, allá fuimos con el señor este.

Resulta que el “Doctor” es un ex luchador que ha hecho una carrera sobando gente. A mi la verdad se la pasó regañándome desde que entré, hasta que salí.
Que las rodillas son como los carros, necesitan mantenimiento, pero que a mi no me importa, que debo cuidarlas a ellas y a todo mi cuerpo. Que tengo el menisco fruncido, el tendón cruzado trabajando de más y otras cosas que no entendí y no escuché porque ya me quería ir.

La Generala lo miraba absorta como sí se tratara del Dalai Lama enseñando a sus pupilos.
Me mandó algunas curaciones de las que no hablaré porque involucran elevados conocimientos de herbolaria, esoterismo, misticismo y confucionismo. Ha de ser por la confusión diría la Miss Idiota 2009.

Hasta ahora el parte de guerra en mi rodilla es que “aiva”, un poquito mejor pero todavía no bien.

La verdad es que no me ha ido muy bien en el 2009 en materia de salud. Primero con la cirugía que tuve en abril, luego la multinombrada Estibaliz y ahora la rodilla.
Este próximo 2010 que empieza, se antoja difícil por todos lados. Impuestos nuevos en México, alza en los precios de casi todo y los salarios que suben una nada; pero todo eso lo afrontaremos sin problema mientras la salud mejore en este año que va a empezar y no nos falte el trabajo.

Propongo que ahora nada más asomando la nariz el 2010, entre todos le pongamos una madriza de aquellas; nada más para que se vaya ablandando y vea que no la va a tener fácil con nosotros. No se nos vaya a alocar como el 2009.

Te dejo querido lector porque he de regresar a mis múltiples ocupaciones. Debo buscar otras maneras de comer pierna de puerco recalentada. ¡Al infinito y más allá!

jueves, 24 de diciembre de 2009

Bendición Urbi et Orbi

Este post además de su noble aportación a la literatura universal; contiene encriptada en su más profunda esencia, mi bendición Urbi et Orbi para todos los que voluntaria o involuntariamente me favorecen con su lectura.

Dicha bendición, no es tan televisada como la del Papa, ni tampoco les garantizará una entrada triunfal al reino de los cielos. Sí acaso San Pedro les dirá: No puedes ser tan malo sí acostumbrabas leer “La Hora de Mcrow”. Entonces sí no fueron tan malos en esta vida a lo mejor el hecho de que me favorezcan cada semana con su visita los hace que puedan entrar al paraíso ya de perdida por diferencia de goles.

Esta navidad la pasaremos aquí en mi Mansión, con mis papás, mi hermana, el pelón, el Joey y la insuplantable presencia de mi querida Generala.
Ya la señora de la casa se prepara para meter la pierna al horno (la pierna de alguien más. Espero que de preferencia la de un puerquito) y mi mamá seguro ahora mismo hace esos ravioles que tan bien le quedan. Mi hermanita entre todas esas habilidades que se le otorgaron, seguro enfundada en su disfraz de crayola roja con el que combate el crimen, se prepara con algún postre con nos hará rodar. Yo solo ayudo en lo que pidan para no estorbar.

Sin importar la religión que cada quien profese (o que no profese) la navidad ha sido, es y espero que siga siendo, un pretexto para reunirnos con nuestros seres queridos, comer rico, pasarla bien y regocijarnos con la presencia de ellos.
Es también una época, porque no decirlo, de nostalgia y de dedicarles un momento en nuestros pensamientos a los que se nos han adelantado en el camino y que seguramente en algún lugar del cosmos, celebran las navidades y piensan también en nosotros. Espero que lo hagan en un mundo que no tiene hambre ni guerras, que no tiene políticos ni reformas fiscales, en un mundo donde no se paga impuestos y donde a todos los niños siempre les traiga algo Papá Noel.

No puedo por ejemplo dejar de recordar en estas fechas a mis abuelos, los cuales durante muchos años fueron epicentro de mis navidades, mismas que hoy pasaron de un rojo vivo y un verde fosforescente, a un rojo un poquito más pálido y a un verde botella por su ausencia. Para ellos en ese lugar donde se celebran mejores navidades van mis pensamientos.
Con ellos seguro están esos primos y tíos que ya se fueron, esos otros abuelos, también Miguel Ángel, Gandhi y Cantinflas. Seguro a la mesa se sienta también a devorar su torta de pavo, Marilyn Monroe sin preocuparse por esos kilitos de más y ahí en esa mesa a un ladito, también se sientan los que fueron mis queridas mascotas.

Sin embargo la navidad tiene que seguir siendo importante para los que nos quedamos, los que aquí seguimos en este mundo lleno de problemas. Nosotros debemos darnos un espacio y celebrar estas fechas; celebrar lo que tenemos ¿y por qué no? también lo que no tenemos.

Como dice la canción: Por eso y muchas cosas más… querido lector, te deseo que en esta Nochebuena y Navidad, celebres mucho con los tuyos. Celebra con tus padres, tus hijos, con tus hermanos y hermanas, con tus amigos, con tu pareja, con tus abuelos sí todavía tienes la fortuna de tenerlos, con ese tío que te cae gordo y que solo ves en esta fecha, celebra con tu perro o con tu gato.
Y sí no tienes a nadie, entonces celebra que te tienes a ti, recuerda que hay mucha gente que no se tiene ni a si mismo.

Celebremos el amor, celebremos la salud, celebremos que estamos aquí y no en otro lado. Fuera los rencores acumulados durante todo el año. Sin importar tus creencias, la navidad también es una época para perdonar y ser perdonados.

Sobretodo te agradezco que me hayas regalado hasta ahora tus visitas a este virginal blog, en el cual sabes que puedes sentirte como en casa, quitarte los zapatos, sentarte en tu sillón favorito y recargarte a leer todas las cosas que te quiero contar.

Desde aquí Caro Lector te abrazo con gusto y te deseo lo mejor en estas fiestas y muchas… muchas navidades más.

Mcrow

martes, 22 de diciembre de 2009

Crónica de una Compra

Todo lo que me pasa me pasa por imbécil.

¡Pero que frase tan fuerte para iniciar un post! ¿Pues ahora que paso?
Ya te cuento querido lector.

Todo comenzó el sábado pasado cuando mi esposita y su servilleta fuimos a esa tienda famosa por sus grandes precios, cobrarte por entrar y revisarte a la salida como si uno fuera un criminal.
Ahí yo por pura curiosidad, como casi siempre lo hago, me encontraba viendo las pantallas LCD imaginando como se vería una de ellas en mi cuarto de la televisión.

Antes de continuar, tengo que aclarar algo de vital importancia para que los lectores de esta movida crónica logren empatizar conmigo y con esta loable cruzada.

En esta mansión para quien escribe, los cariños se reparten de la siguiente manera:
En primer lugar la Generala, en segundo la televisión y en tercero Joey. ¡Así es… yo quiero mucho al famoso can con todo e incontinencia urinaria y afanes de lamerse de manera poco educada ante cualquier concurrencia, pero la tele es la tele!

Ahí me encontraba entonces viendo las pantallas, soñando con una nueva para mi cuarto de la tele que viniese a reemplazar a esa que ha sido mi gran amor por los últimos ocho años.
Ese día apreté algún botón que no había yo detectado en el sistema operativo de mi Primera Dama y de pronto a ella le entro el chincual (que es algo así como un sarampión) de querer hacerme segunda en comprar la mentada pantalla.

Así salimos del Costco sin pantalla LCD y al día siguiente estando en mi casita, se me ocurrió decir: Me voy a meter a Internet para hacer investigación sobre el tema de los LCD.
De pronto mi esposita fue poseída por los malévolos demonios del consumismo imperialista, su cabeza empezó a girar sobre su eje en repetidas ocasiones como sí se tratara de Linda Blair en el Exorcista y de lo único que me salve es de que me vomitara encima.
Ante tal ventana de oportunidad para hacerme por fin de un LCD, rápidamente grité: ¡Al Mcrowmovil! y así empezamos nuestra visita de las siete casas para encontrar la pantalla que más se adecuara a las necesidades de este bunker.

Recorrimos seis tiendas donde aprendimos muchas cosas de plasmas y LCD, para acabar por último otra vez en el Costco. Ahí cuando estaba a punto de comprar la que ya tenía en mente, la señora Blair me convenció de comprar una más cara que la primera.
Ahí todavía no hacía yo conciencia del maquiavélico plan de mi amada.

Salimos muy contentos de la tienda con nuestra nueva pantalla LCD en su cajota y después de conducir más lento que una carroza fúnebre, llegamos a esta casa donde la subimos con algo de trabajo al segundo piso, ante el estorbo del Joey quien no se acomidió ni a mover una pata.

Ahí fue cuando empezó a desenmarañarse el malévolo plan de mi consorte; una vez estando arriba, me hizo saber que necesitaríamos un mueble nuevo para poner la flamante pantalla. Solicitud que se me hizo bastante civilizada debido a que no teníamos donde ponerla.
También vamos a necesitar mudar el cuarto de la tele al otro cuarto. ¿Para que?, ¿Cómo que para que?, ¿Qué no ves que no vamos a caber en este? Bueno pues supongo que el otro cuarto está mejor pero… ¿Vamos a mudar la biblioteca al cuarto de la tele actual? ¿Cuál biblioteca? ¿Cómo cual?... ¡pues la que tengo en la otra habitación! ¡Sí solo tienes un librero ahí y ya por eso es la biblioteca! Sí este es el cuarto de la tele porque está la tele aquí, pues el otro es la biblioteca porque es donde están los libros; es bastante lógico. Lo que no es lógico es seguir teniendo el cuarto de la tele aquí, porque está más chiquito, mejor nos mudamos al otro que tiene más espacio y mudamos tus libros a este. Está bien –Respondí con la obediencia que me caracteriza- Mañana compro un mueble para el nuevo cuarto de la tele y mudamos todo lo de este armario al del otro cuarto y viceversa. ¿Y eso para que? –Pregunté- A lo que mi esposa respondió muchas cosas de escasa importancia que no entendí, ya que seguro las dijo en alguna lengua muerta. Baste decir que tuve que acceder a todo.
¿Bueno y entonces mañana ponemos la pantalla?-pregunté ilusionado- No, porque voy a pintar la pared de atrás de la pantalla y no la vaya a manchar. ¿Y eso para que? -Volví a preguntar- y volvió a responder cosas que la verdad no entendí porque tal vez ahora las dijo en Klingon.

Ahora que ya tenemos una pantalla LCD pues necesitamos un Blu-Ray ¿no? ¡Pues sí! -Respondí gustoso- Bien, pues como yo te iba a regalar un X-Box de navidad, ahora te lo cambio por un Blu-Ray y listo. ¿Y mi X-Box? No me alcanza para regalarte los dos. ¡Yo te presto! No sería regalo. ¡Que orgullosa! ¡Pues escoge uno de los dos! ¡Díos mío… me siento como en La Decisión de Sofía! pues el Blu-Ray y ya. Bueno mañana lo compro también. ¿Y mientras la tele? Se queda en su caja. ¿Cómo que en su caja… no la vamos ni a sacar? Todavía no. Pero mi amor… mírala ahí. Pobrecita encerrada en su cajota, prisionera entre hielo seco y cartón, tenemos que liberarla y conectarla para que pueda cumplir su propósito en la vida, aunque sea ahí en el piso como una cualquiera. No… hasta mañana la ponemos.

Si… tengo un LCD nuevo, ya viene mi Blu-Ray y el mueble para ponerlo todo. Mientras tanto parezco cargador de mudanzas moviendo cosas de un lado al otro, cambiando cosas de closet a closet y oliendo a chivo correteado. ¿Y mi tele? Bien gracias. Presa en su cajota, como Tutankamón esperando a que alguien la libere.

Remata la generala diciendo que va a tardar dos días más en conectarla porque dicen los técnicos del cable que solo pueden venir dentro de dos días.

Díos mío… ¿Por qué me haz abandonado?

miércoles, 16 de diciembre de 2009

La Bomba de Humo

En mi post pasado querido lector, se que te dejé al borde del asiento preguntándote: ¿De que caraxos es aniversario el once de diciembre?

Se que a tu mente vendrán recuerdos de horribles tragedias que han sucedido en un día once. Pero te aseguro que este no es el caso.

Hace ya varios años, en la primera mitad de la década de los noventas, cuando era otro el México en el que vivíamos, pero sobretodo otro Monterrey; libre de la inseguridad que hoy nos aqueja de manera terrible y cuando uno no tenía miedo de que cualquier masiosare cargara entre sus pertenencias una pistola; era yo parte de un grupo llamado “Los Hombres H”, los mejores amigos que he tenido y que tendré en toda mi vida.

Resulta que ahí estábamos un frío once de diciembre sin nada que hacer y con la energía propia de los adolescentes en celo, y nos encontrábamos tronando cuetes (algo muy común de la época decembrina) muy quitados de la pena. Entre todo ese arsenal pirotécnico en el cual se iban nuestros escasos ahorros de todo el año; contábamos con las famosas bombas de humo.

Para aquellos que no estén familiarizados con la pirotecnia que con muy poco cuidado manejan nuestro pubertos; les platico que una bomba de humo consistía en una pequeña bolita de diferentes colores de la cual sobresalía una mecha.
Una vez encendida “la bomba” y consumida la mecha, esta empezaba a exhalar humo del mismo color que tenía la bolita por fuera, en cantidades muy poco saludables.

Ahí fue cuando alguien que no recuerdo quien, tuvo la genial idea de hacer el mal a nuestros semejantes con la mencionada bomba de humo.
Fue así como trazamos el más malévolo plan que a alguien se le hubiese ocurrido en varias cuadras a la redonda y que en los años por venir, todos recordaríamos sin poder evitar la más mínima sonrisa o carcajada.

Nuestro diabólico plan consistía en hacerle la parada a un autobús urbano y antes de subirnos, aventar la bomba encendida hacia el interior, logrando con esto “ahumar” a todos los pasajeros.
Dentro del milimétrico plan, se estipulaba que mi amigo el Gordo Reformado (que en ese entonces solo era el gordo), con su metro noventa y tantos de estatura y su cara de gigante amigable, haría la parada del bus; el Güero y su servilleta encenderíamos el artefacto y lo aventaríamos al interior saliendo detrás de la voluminosa figura de mi rollizo cuate, que se encargaría de escondernos hasta el momento justo.
Dentro del grupo estaban los más chiquitos que en aquel entonces deben haber tenido alrededor de doce años y ellos pues estarían ahí no’mas para disfrutar de la broma y correr en el momento oportuno.

Así después de revisar minuciosamente nuestro plan emanado directamente de las flamas del infierno, caminamos hasta la esquina estipulada, donde la concentración de casas nos permitiría hacer una rápida fuga sin que el respetable pasaje supiera que lo había “ahumado”.

El Gordo Reformado (que entonces… bueno ya les dije) hizo la parada del transporte tal como estaba estipulado y cuando el camión se paró justo enfrente de el, encendimos la mentada bomba. El chofer se dio cuenta de nuestras negras intenciones e hizo cerrar la puerta en una rápida maniobra. Lástima para el y el resto del pasaje, la bomba ya se encontraba en el aire y alcanzó atravesar la puerta, así como Indiana Jones siempre lo hace de último minuto. En menos de lo que canta un gallo, el camión… que por cierto tenía todas las ventanas cerradas por el frío, se encontraba totalmente lleno de un humo anaranjado y nosotros poniendo pies en polvorosa para huir de la turba asesina que seguro nos perseguirían.

No fue así. El único que se bajó a perseguir a la manada fue el honorable conductor, quien como marcan las normas que rigen al transporte público, estaba decidido a dar la vida por su camión.

Pero que nos duraba el chofer que venía corriendo echando el alma en cada paso atrás de “nosecuantos” chamacos muertos de risa. Uno de los Lalos grito: ¡Ahí viene el viejo todo panzón! Y esta severa afirmación sobre el físico del pobre chofer, pareció más que otra cosa, darle los ánimos (y la velocidad…) suficientes, para seguir persiguiendo a los forajidos.

Sin embargo nunca nos alcanzó y salvo mi amigo el Gordo Reformado que tuvo que ingeniárselas para esconderse en una casita de un perro Chihuahua (la verdad nunca entendí como), el resto nos dimos rápidamente a la fuga, solo para volver el siguiente año y el siguiente, a la misma hora y día, para cometer el mismo atentado.

En la segunda ocasión, cuando nos encontrábamos corriendo por la calle después de aventarla y justo cuando pensábamos que ese año el chofer no nos perseguiría, de pronto vimos las luces del camión dando vuelta en esa calle que para nada estaba en su ruta, para cazarnos y seguramente colgar nuestras cabezas en la parada, como escarmiento a todos aquellos chistositos que quisieran burlarse del transporte urbano.

A uno lo alcanzó detrás de un auto y se bajó; el chofer le daba la vuelta al carro y mi amigo se la daba también. El chofer regresaba y el también. Hasta que después de algunos minutos de estar como Tom y Jerry el chofer desistió, se subió a su camión ahumado y se fue.

Tres veces en tres años diferentes lo hicimos, pero las primeras dos fueron sensacionales y las recordamos con mucho cariño y gracia. Es muy probable que la memoria me haya fallado en algunas cosas, pero en esencia la historia fue así.

De castigo por decirle panzón al chofer, la vida se encargaría de pagarnos con la misma moneda y darnos nuestra “pancita” al resto. La vida también se encargaría de premiar al Gordo por esconderse con el Chihuahueño y quitarle su panza.

De todos los “Hombres H” salvo dos, hasta hoy mantengo contacto con todos, en especial con el Güero y el Gordo Reformado, pero para mi todos ellos son y serán como hermanos. Siempre estará en nuestros corazones y nos alegrará la vida recordar que en tres onces de diciembre hace algunos ayeres, hicimos la mejor de las bromas a los aburridos pasajeros de la Ruta 23 en Monterrey.

Desde aquí a esos amigos de toda la vida, les envío mis recuerdos y mi cariño. Los abrazo con gusto este y todos los onces de diciembre.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Congelamiento Global

Este frío invernal que aqueja a los habitantes de Monterrey en México, es un castigo inhumano y cruel. Solo puede ser comparado con el infernal calor que también azota a los hijos de La Ciudad de Las Montañas en el verano.

¿Qué rayos está pasando con este clima?
Hasta hace dos meses yo estaba completamente seguro de que eso del calentamiento global era cierto y convencidísimo que el epicentro era Monterrey. Pero ahora estoy pensando que todo eso fue una farsa y que se está echando de reversa para convertirse en un congelamiento global. El méndigo frío que nos asola ahora, creo solo puede ser equiparable al de Canadá, Alaska e Islandia.

Me da mucha risa la dinámica de esta ciudad aún inconsciente de que el clima que la domina es una gran broma de Díos.
Empiezan los calores tremendísimos y se llenan las tiendas de gente comprando aires acondicionados porque fue cogida por sorpresa por el infernal calor.
Empiezan los fríos y se llenan las tiendas de gente que tan bien fue cogida por sorpresa por el invernal frío.
Total que en cualquier época del año la gente termina cogida por una cosa o por la otra.

Otro problema pero que solo compete a quien esto escribe, es que derivado de mi nuevo estilo de Vida Saludable, en el cual como gran cantidad de verduras, frutas, pescado y una que otra cosita… me cuesta mucho trabajo alejarme del panecito, chocolatito, galletitas y demás cosas engordantes propias de la época. Sin embargo mi temple de acero me permite soportar ese y otros muchos martirios.

La primera pasada que nos ha jugado el frío en nuestro Sacrosanto hogar, es que la Primera Dama de la casa, salió de bañarse muy quitada de la pena, se agacho a abrir un cajón para sacar algo de su ajuar y nunca más se levantó.
La espalda se le “entrincó” y un agudo dolor la azotó a partir de ese momento.

Pobrecita de mi esposita, entre todas las cosas que tiene que lidiar (como su marido por ejemplo) y ahora con su espalda atoradita como el Profesor Memelovsky.
¡Pero yo también sufro! Y sufro el doble. Primero por ella y después por mi, porque desde que el frío volvió a nuestras vidas mi rodilla ha vuelto a quejarse como lo hiciera aquella ocasión en San Francisco.

Sin embargo este frío invernal también calienta nuestros corazones debido a que, es más fácil empezar a digerir el ineludible hecho de que la navidad ya se encuentra a la vuelta de la esquina. Con esto tengo el honor de anunciarles que en nuestro bunker presidencial la navidad ha llegado oficialmente.

Le caí de sorpresa a mi consorte con nuestro arbolote de navidad que tendrá el honor de adornar nuestro hogar, hasta por ahí de entrado el mes de junio, cuando ya cansados porque solo sea una ramita seca con esferas, lo saquemos para tirarlo a la basura.

Ya la profesora Memelovsky, ha sacado la valiosa colección de artículos navideños que engalanan los rincones de la casa como si un Santa Claus gigante y sumamente ebrio, hubiese vomitado por todo lo largo y ancho de nuestro nidito de amor.

Este año hemos decidido no ir a ningún lado y estarnos en paz en nuestra casita en esas épocas decembrinas. Lo cual llena de gozo y alegría mi corazón, ya que serán unas esperadas vacaciones en el hogar, donde me dedicaré con mucho ímpetu, a buscar el significado de la vida, a través del ocio y la autocontemplación filosófica y mística.

Me esperan para esas dos semanas mi torre de libros pendientes de ser leídos, también un altero de películas que compré y no he visto, así como lo que a la Generala se le ocurra para esas fechas, como por ejemplo arreglar algún closet, limpieza profunda de rincones altos o levantar los pies para que pase el trapeador.
Mientras tanto ella, el Joey y su servilleta, seguiremos acurrucándonos los tres en nuestra camota tratando de encontrar el calor que el clima nos ha negado hasta ahora y que en el verano nos dio de más.

Avisos Parroquiales

- Mañana doce de diciembre día de la Virgen de Guadalupe, arranca formalmente lo que en México llamamos el Maratón Lupe-Reyes. Que inicia en ese día y termina hasta el seis de enero.
A nombre de los hijos del Quinto Sol, les recuerdo a nuestros hermanos del extranjero, que sí tienen algo pendiente con un mexicano no esperen mucho de nosotros hasta el siete de enero, ya que estaremos completamente dedicados al hedonismo que el último mes del año nos regala. Sí quieren dinero por favor no nos pidan y en enero vemos.
Ahora solo podemos pensar en las vacaciones, la comida típica del mes y por supuesto el infaltable chupe.

- Les reporto que Estibaliz, ya no es más que un minúsculo recuerdo de su glorioso pasado. Esperamos mantenerla así por un largo tiempo.

- Hoy es once de diciembre, un día que podría no haber pasado a la historia de nuestros libros, pero que sin embargo sí lo hará en este blog, ya que es un importante aniversario para algunos de mis mejores amigos y yo. Pero como dicen en la tele: El tiempo se nos ha venido encima y tendré que contar eso en otro post.

Cierro está gélida aportación a la literatura universal, reportando desde mi Iglú de donde les mando un calido abrazo.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Despertamiento

Hay tres cosas que cualquiera con un escaso conocimiento de mí persona sabe a la perfección:

1.- Soy muy guapo
2.- Soy un cinéfilo incurable
3.- Soy un inepto para despertarme por la mañana

Estos tres axiomas son conocidos por un vasto número de personas a mi alrededor.
¿Por qué?
Pues porque el primero salta a la vista, el segundo es ineludible y el tercero, mi mamá y mi Faraona se han encargado de hacérselo saber a todas las personas con las que platican.

Mi mamá le decía a mí ahora esposa cuando éramos novios: Mira… es muy buen muchacho, no toma, no es parrandero, es muy buen hijo, ayuda en la casa y es muy ordenadito. Pero lo único por lo que no te debes casar con el jamás… es porque no se levanta en la mañana.
Continuaba mi mamá en tono de llorona de esas que contratan para los funerales: Suena y suena el despertador. Yo voy a su cuarto y le digo: ¡ya levántate! Y nunca me hace caso. Lo destapo, le quito la almohada, lo pellizco, le pico las costillas, lo pateo, le prendo la luz, le prendo la tele, le levanto los parpados, le bailo encima, le aplaudo en las orejas, le echo agua, le jalo el pelo, lo muevo, le grito, le pido por la buena, le pido por la mala, le dejo de pedir, le azoto la puerta, le aviento cosas, le hablo a los bomberos, le hablo a los paramédicos, lo vuelvo a pellizcar y solo me dice dormido: Ahorita me levanto.
En este punto de la plática mi mamá ya estaba pegando unos alaridos dignos de “Chachita” en Nosotros los Pobres.

Después de semejante advertencia de la Autora de mis días a la Dueña de mis Quincenas… sí ella tomó la decisión de casarse conmigo, uno solo puede deducir dos cosas:

1.- Se casó perdidamente enamorada
2.- Es una tarada

Y antes de que me manden a dormir al pedacito de jardín que tengo, bajo este frío que subyuga a La Ciudad de las Montañas; debo admitir que mi hipótesis personal es que fue la primera opción.

Sin embargo en los cinco años de feliz unión marital que llevamos, esa habilidad prácticamente nula en mí, de despertar a la hora que suena el reloj, ha sido casi motivo de divorcio en incontables ocasiones.

¿Pero que puedo hacer yo que tan solo soy un hombre de carne y hueso contra mi naturaleza?

¿Es que acaso el león puede dejar de cazar? ¿Es posible pedirle al agua que deje de mojar? ¿Se puede hacer que el sol deje de salir?
Todas estas cuestiones tienen la misma respuesta que la pregunta ¿Es posible que yo me levante cuando suena el reloj?
La respuesta a la última pregunta, así como para todas las anteriores es un contundente y rotundo no.

¿Entonces porque caraxos se enojan de que yo no lo pueda hacer?
Sí no soy yo, es mi Yo superior. ¡Chale!
¿¡Por qué confían en que me levantaré a la hora, sí ni siquiera yo que soy el afectado confío en mí!?

Cuando viajo y me quedo solo en algún hotel, tengo que ponerme trampas a mi mismo para poderme despertar a una determinada hora.

Normalmente hablo a la recepción y contesta alguna avispada empleada del hotel en el que me encuentre.
Sí señor; ¿en que le puedo servir? Gracias. Me gustaría programar el despertador para mañana en la mañana. ¡Con gusto señor! ¿A que hora quiere que le llamemos? Bueno… a decir verdad quiero programar dos. ¿Dos despertadores señor? Así es. Señor no se preocupe… nosotros siempre hacemos una llamada de confirmación para garantizar que usted esté de pie a la hora que tenga que estar. Si pero yo no soy una persona normal. ¡Claro que no señor! hace rato lo vi pasar por el lobby y noté que es usted celestialmente guapo. Bueno… gracias; pero no me refiero a eso. ¿Ah no? No, la verdad es que me cuesta mucho trabajo despertarme y por eso es que quiero programar dos llamadas. Pero señor… ¿está usted conciente de que eso serían cuatro llamadas? ¡Perfecto! Eso es exactamente lo que quiero. De acuerdo –contesta la avispada empleada del hotel- Señorita una cosa más. ¿Otras dos llamadas? No estaría mal, pero no. Más bien le quiero pedir que sí no contesto mande alguien a mi cuarto. ¿Señor? Sí… a alguien con una llave de esas que abren todos los cuartos y me despierte. ¿Es una broma señor? Desafortunadamente no. Muy bien… buenas noches señor. Buenas noches.

Lo que la avispada empleada del hotel desconoce es que además yo ya programé la televisión, mi celular (que tiene una alarma así como de tsunami) y el reloj que normalmente ponen en la mesa de noche.

Con todo y eso, alguna vez en Guadalajara me pasó, que desperté por los sonoros golpes a la puerta del conserje del hotel, así como sus berridos de Magdalena que me hicieron recordar a mi cabecita blanca y su calvario diario para despertarme.

Con todos estos hechos en mi expediente, además del popular conocimiento de que NO ME PUEDO LEVANTAR. ¿Por qué se enojan de que no me despierte cuando suena la alarma? ¿Por qué? Y más aún con este pinche frío que atrofia al cuerpo.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Epifanía

No he querido dejar de escribir desde que volví a empezar. La verdad es que me da miedo hacerlo, porque la última vez que lo deje de hacer, me tomó diez años volver.
Por eso desde que retomé estos ejercicios de prosa, me he obligado a hacerlo por lo menos una vez a la semana.

La experiencia hasta ahora es sumamente gratificante y eso me ha hecho pensar mucho en como empezó esto de La Hora de Mcrow.

Me recuerdo vivamente hace más de diez años, sentado ante el teclado de una computadora que hoy sería considerada una antigüedad, en alguna de esas salas de chat que se volvieron tan populares en los noventas, usando mi sobrenombre de Mcrow.

En aquel entonces, estaba por terminar la universidad y sin embargo todavía buscaba mi identidad como adulto. En esa sala de chat hice grandes amigos que me regocijo de todavía contar con ellos en la distancia y seguir en contacto solo por esta supercarretera de la información; que será lo que ustedes quieran, pero como acorta las distancias.

Ahí de pronto con ese espíritu de payaso que siempre he tenido, me ponía a decir reflexiones de escasa importancia y hablaba de cosas que notaba, tenían un efecto en la gente.
Fue ahí cuando me enamoré de la escritura como una catarsis para mí y un medio para tocar las vidas de algunas personas que se dejaran hacerlo.
Hasta que alguien que no recuerdo bien, empezó a llamar a esos momentos como La Hora de Mcrow.

Posteriormente me mude al mail y acostumbraba mandar mis escritos a una lista en la que poco a poco se sumó mucha gente de muchos países.
Después de cierto “éxito” y algún tiempo de hacerlo, el sistema me absorbió hasta que de pronto sin más me detuve.
Podría echarle la culpa a muchas cosas, sin embargo el único que tuvo la culpa de eso fue quien esto escribe.

En ese tiempo conseguí un empleo en donde hoy todavía estoy y donde he crecido en todos los sentidos, tanto personal como profesional. Me mudé de Monterrey, me casé, regresé y mi vida transcurrió con todos los cambios normales de cualquier vida.

De pronto un día sin más volvió. Ahora no en chat, ahora no en mail. Sino en forma de blog, que es un medio que aún entraña muchísimos misterios para mí.

Regresó La Hora de Mcrow, con todo y el logotipo que un día hice y nunca use hasta ahora; pero sobretodo regresaron las ganas de escribir y de decir cosas que la mayoría de las veces carecen de importancia para la mayoría a excepción mía. Porque normalmente lo que escribo tiene que ver con personas a las que quiero profundamente o cosas que ocupan mi mente en ese momento.

Ahora aún descubro el como insertar texto aquí y otras cosas. Estoy conociendo ese submundo de los blogueros, conformado por un variopinto grupo de personas que nos gusta hablar de muchas cosas. Empecé a seguir gente que aunque no conozco, hoy le dan un sentido nuevo a mi vida y a mis escritos. Me reencontré con el mundo que existe más allá de este país y recordé, porque amo tanto las palabras y todo lo que a ellas les gusta decir.

Hoy bajo este seudónimo de Mcrow vuelvo a contarles a ustedes de mi esposa, de mi familia y amigos, de la salud, de los problemas cotidianos y del mundo que me rodea. Ustedes gentilmente me favorecen con su visita y sus comentarios, mismos que llenan de dicha mi corazón y mi espíritu; y mientras eso sucede y el mundo avanza a una velocidad vertiginosa, yo trataré de seguir cada semana aquí, hablando de cosas sin sentido, tratando de con esto llegar a los más profundos rincones de mi mente.

Esta epifanía hoy me vino sin anunciarse, así como un día me vino sin más, la necesidad de escribir, así como igualmente un día se fue y así como un día de tantos regresó sin hacer reservación.

Yo hoy doy gracias por esas ganas de escribir y de contarles cosas con todo el amor del mundo.

Aquí sigo y seguiré mientras esas ganas no decidan irse de nuevo.

domingo, 22 de noviembre de 2009

La Vida Saludable

Primero que nada gracias a todos por su solidaridad con el tema de Estibaliz. Un tópico por demás escabroso y polémico.
Sin embargo tengo el placer de informarles las últimas reformas aprobadas en la cámara alta acerca del mencionado mal:

- Por lo pronto el tema de la cirugía queda pospuesto hasta nuevo aviso debido a que primero realizaremos algunas terapias alternativas para ver sí con esto podemos vencer a Estibaliz.

- Derivado de la iniciativa anterior he comenzado a hacer algunos cambios dramáticos en mi estilo de vida así como en el deporte que he practicado con mucho éxito los últimos años en categoría olímpica llamado Sedentarismo Extremo.
La semana pasada comencé a eliminar los refrescos de mi dieta regular y a sustituirlos por agua (con un limoncito exprimido nada más) lo cual de entrada para mi implica un esfuerzo extremo.
También he comenzado a regular mi alimentación con fibra, frutas y verduras lo que hace que me vuelva mucho más creativo a la hora de prepararme algo de comer pero que implica también una ardua labor.

- Además de eso he incorporado a manera de colación, golosinas saludables (dirían los mamucos del Discovery Kids a las frutas) en mis entrecomidas que vienen a sustituir a las galletas, papitas fritas y demás comida chatarra, que en realidad debería llamarse comida deliciosa.

- He reducido mis cuatro tazas de café al día a solo dos y ese es mi tope lo siento. Haré lo que quieran que haga; sí quieren me vuelvo a poner de perrito con el doctor, pero el café no lo dejo no lo dejo y no lo dejo.

- Quedan pendientes hasta nuevo aviso la rutina de ejercicio y el dejar de fumar; que sí las voy a hacer pero hoy no.

Hasta ahora estas medidas han sido llevadas a cabo con éxito. Solo me descosí un poquito ahora con la gloriosa venida a la ciudad de las montañas, de mis amigos los vacunos. Quienes arribaron el viernes pasado para ir a McAllen al choping y nosotros que somos bien difíciles para eso pues los acompañamos.

Recibimos al Sr. y a la Sra. Vacuno en casa de mi hermana con una típica carne asada regiomontana, para al día siguiente emprenderla a los United.

Sin embargo mi nuevo estilo de vida saludable ha encontrado muchas trabas en su camino. ¡Que difícil es en México llevar una vida impoluta y libre de pecado! La comida es deliciosa, engordante y está por doquier. Y sí no me creen basta ver a nuestro rollizo Secretario de Hacienda quien es el vivo ejemplo de lo bien alimentados que nos encontramos los hijos del Quinto Sol.
Tan bien alimentados nos encontramos, que estamos felices y no nos importa que el gordito nos cuelgue todos los impuestos que se le ocurran. Eso para los ingenuos fue sarcasmo.

A pesar de lo difícil de mantener un estilo de vida saludable, mi mente y mi espíritu se encuentran arduamente entrenados para soportar las pruebas de hambre y resistencia más extremas. Además del profundo deseo de eliminar a Estibaliz de mi vida de manera definitiva.

Con esto tengo el placer de informarles que a una semana de esto, después de algunas medicinas y sin tener que recurrir a los imanes que serían en este caso la última línea de defensa en esta terrible guerra sin cuartel; Estibaliz empieza a ceder terreno y se ha vuelto una Estibalizita. Sin embargo, yo como fiel discípulo del Arte de la Guerra de Sun Tzu, estoy decidido a continuar este ataque por todos los frentes para evitar que ella se reagrupe y llame refuerzos. Cuando el enemigo se encuentra más débil es cuando uno debe asestar un contundente y mortal último golpe para arrebatarle definitivamente cualquier posibilidad de victoria.
Seguiré reportando desde este frente que se encuentra en la retaguardia.

Entre otra de las cosas fenomenales que sucedieron esta semana, fue que tuvimos el placer de conocer a los Gemelos Fantásticos. Ellos son hijos del hermano y la cuñada del Pelón esposo de mi hermana. ¿Me entendieron?

La heroica mamá se encontraba feliz y repuesta en su camota de hospital. A diferencia de mi comadre la coneja que al primer vómito se puso verde como la Rana René y no se le quitó hasta hace una semana.
La verdad es que la concuña no parecía que acabara de dar a luz a dos bebotes tamaño extra large; sino más bien parecía que había ido a la feria, se había comido dos helados, subido a todos los juegos y regresó feliz de su paseo.

Además se confesó conmigo y me dijo que es asidua lectora y autoproclamada “fans” de La Hora de Mcrow. Yo que soy un ególatra que vive del aplauso, la amo por eso y les deseo larga y feliz vida a ella, su marido y a los Gemelos Fantásticos.

Estas humildes líneas son para ellos en este tan importante momento de su vida.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Estíbaliz

Lo que están a punto de leer, es quizás el primer texto de este virginal blog que por poco no supera la censura de mi consorte.

¿Cómo vas a contar eso en La Hora de Mcrow? ¡Esas cosas son privadas y no se cuentan en un blog! ¡Atrás mujer! ¡Vade retro Satanás! En este virginal blog cobijado por la enigmática identidad de Mcrow que solo unos pocos conocen, yo hablo de lo que sea y eso incluye el penoso incidente del que estoy siendo víctima en este momento. Además mis escasos lectores tienen todo el derecho a saber los males que me pasan y los que vienen amenazantes a hacerme la vida más difícil.

Haz lo que quieras dice mi domadora. Así dice ella cuando algo no le parece en señal de protesta a sabiendas de que si lo hago, pues ya es mi edo.

Como no hay una forma sencilla de decir esto, lo diré así de sopetón: Tengo una hemorroide.
Y el que nunca haya tenido un problema de esta índole que tire la primera piedra.

Eso si, tal vez con mi identidad secreta me daría mucha pena decírselos pero como Mcrow la verdad es que me importa un comino y los que me conocen debajo de este seudónimo, espero más que otra cosa de ellos su más sumisa solidaridad.

Todo comenzó cuando decidí acudir al doctor por las molestias provocadas por esta hemorroide a la que he decidido bautizar como Estíbaliz. ¿Por qué le has puesto ese hermoso nombre? – Puede que pregunte alguno de mis escasos lectores- Pues la verdad es que creo que este tipo de cosas uno debe de ponerles nombre para poderlas combatir adecuadamente. Después pensé… ¿debe ser el nombre de varón o de mujer? Rápidamente por las molestias que estaba dando me pareció que indudablemente se trataba de una fémina.
Tampoco se trataba de darle un nombre de alguien que hubiera sido importante para mí; como por ejemplo aquella maestra que me gustaba en primero de primaria o alguien así. En esta misma línea de pensamiento se me ocurrió que debería ser el nombre de alguna mujer que yo odiara profundamente y así surgió Estíbaliz.

Así fuimos Estíbaliz y yo inopinadamente unidos a ver a un doctor que la verdad parecía ser la cruza entre una hemorroide y Mr. Bean.

¿Qué tiene usted? Una hemorroide ¿Molesta? No… la verdad es que solo pasaba a saludarlo. ¡Pues claro que molesta! ¿Pasa usted mucho tiempo sentado? Si. ¿Hace usted ejercicio? (ya se por donde vas canijo…) No. ¿Come usted frutas? La verdad no mucho. ¿Verduras? Poco… muy poco. ¿Bebe usted agua?, Cuando me lavo los dientes un poco. ¿Tiene usted algo de sobrepeso verdad? ¡Na!. ¿Toma mucho café? Si (vaya hasta que respondí una bien…) ¿Fuma usted? Si (ya voy agarrando racha…)
El doctor con su cara de hemorroide solo arqueó las cejas como diciendo: No me sorprende gordito.

Déjeme revisarlo. Póngase ahí hincadito como pidiendo perdón mientras yo lo reviso. ¿Me va a doler? No hombre solo la voy a ver.
Doctor sepa usted que yo no tengo nada en contra de esta posición, solo que la verdad siempre me toca del otro lado.
Bueno… uno siempre tiene que ver todas las perspectivas – contestó el galeno.

Tiene usted una hemorroide. ¡Hombre que buen doctor!... ¿Qué me tomo?, Nada. ¿Cómo que nada… es incurable?, No, mire amigo, lo único que queda hacer aquí es cirugía. ¿Cómo que cirugía?, Si, lo tengo que operar para podérsela remover. ¿No hay otra manera? A estas altura solo queda el bisturí.
Además tendrá que cambiar todos sus hábitos sedentarios que es lo que le ha provocado verse en un dilema así.

Esa fue mi vista al doctor. Ahora me tengo que operar. Ya empiezan a surgir todas las opiniones médicas de la familia que rápidamente se han puesto manos a la obra para tratar de remediar a Estibaliz.
Hay que ver un homeópata, ¡Tómate esto!, ¡Tómate lo otro! ¡Úntate esto!, ¡Cúrate con energía!, ¡Ponte un imán!, Los doctores siempre quieren operar porque es lo que les da dinero, no les hagas caso.
Todo eso suena muy bien pero ¿que hace uno sí un doctor le dice que se opere? Pues uno se opera y ya. Uno les paga para que ellos tomen esas decisiones basados en un juramento hipocrático que rige sus vidas a diferencia del dinero… aunque… ahora que me acuerdo, no le pagué al doctor. Lo pagó mi seguro, ¿será acaso que…?

Bueno entre que decido sí me opero o no me opero les dejo saber para que le recen a todos los santos.

Espero que no haya ninguna Santa Estíbaliz porque esa no me va a ayudar.

domingo, 8 de noviembre de 2009

In the Streets of San Francisco

Todo lo bueno se acaba y estas crónicas terminan hoy; pronto volveré a escribir de otras cosas de mayor importancia.
Me imagino a mis escasos lectores preguntándose acerca de esta afirmación: ¿Cosas de mayor importancia? ¿Cómo que? ¿Ensayos sobre carteras?, ¿volverás a hablar de los Mexicanos que bailaron Thriller sin hablar de ellos y desviarte abismalmente a @Astro_Jose? ¿Tal vez otra crónica de tus tías? ¿Tu insomnio? ¿La generala? ¿El Joey? ¿Consideras estas cosas de importancia?

He resumido hasta ahora en este virginal blog el memorable viaje a San Francisco con el propósito de vacacionar y por supuesto asistir llenos de gozo y alegría a la boda de Pollito y su galanazo de Serbia.

Después de la llegada, los primeros días, la cena de ensayo, la boda y el vivir con miedo todo el tiempo y a las carreras por culpa de Mamá Gallina y su “Entourage”; por fin pudimos empezar a tener algo así como unas vacaciones de las que solo resumiré lo más destacado.

Recorrimos aquellas zonas de la ciudad que nos faltaban como Fisherman’s Wharf, el barrio chino al que nunca dejamos de ir, comimos en lugares riquísimos y por supuesto hicimos esa excursión de un día al Valle de Napa y a Sonoma.

Mi esposita desde que vimos la película de Milk, estabá inge e inge que quería ir al Castro, que como es sabido por mucha gente es el barrio gay.
Así pues obediente como soy, la subí en un tranvía y la llevé allá a aquel lugar en donde Harvey Milk quien fuera uno de los primeros políticos abiertamente gay, tuviera su tienda de fotografía donde además era su centro de operaciones de campaña.

En el camino nos toco ver cosas que francamente no estoy acostumbrado a ver. Antes de continuar, debo aclarar que yo no tengo nada contra la comunidad gay ni contra las personas que practican un estilo de vida diferente al mío.
Es más… puedo presumir que uno de mis mejores amigos, el Gordo Reformado a quien quiero profundamente y es junto con el Güero, como un hermano para mi; aunque no es abiertamente gay, todos esperamos con ansia el día en que lo acepte y decida que el closet solo es para la ropa; salga galantemente de ahí enfundado en una estola cantando alguna canción de Cher y nos presente a su nuevo novio y su perrito chihuahua llamado Brüno.

Sin embargo hay que decir que en México la homosexualidad hoy en día no se vive tan abiertamente como en San Francisco, lo cual para serles franco, a mí me dejó con el ojo cuadrado. Ya que vi cosas de las que uno se imagina que solo hay en las películas y de las que ya no hablaré antes de que salga una liga de la justicia gay y me tache de homo fóbico.

Allá fuimos la dueña de mis quincenas y yo ese domingo, a pasearnos por las bonitas calles del hoy histórico Castro. La gente abarrotaba los bares y los restaurantes, las tiendas y las esquinas, paseaban por las calles ondeando su orgullo que, hay que decirlo, bastante les ha costado, en un país acosado por una doble moral más fuerte que en cualquier otro.

Pero la tienda de Harvey Milk nada más no aparecía. Fuimos de aca pa’lla y de allá pa’ca y no aparecía la bendita tienda. Tuve que meterme en el Internet desde mi teléfono para encontrar la dirección. La compañía de teléfono después se encargo de meterme a mi otra cosa con los cargos del roaming internacional.

Siendo Milk tan famoso en el Castro y habiendo hecho tantas cosas por la comunidad gay, la verdad es que esperábamos que su tienda estuviera señalada con luces de neon, tal vez un busto del político o algo grande que dijera que ahí había pasado sus días el buen Harvey. Pero la verdad es que solo tienen una emotiva plaquita tamaño M&M que es muy difícil de encontrar si uno no lleva la dirección.

Así pues conocimos la tienda de Milk, que por cierto hoy es una mueblería y regresamos a nuestro hotel cansados y contentos.

El último día queríamos ir a conocer la famosa Grace Cathedral y tuve la genial idea de irnos caminando, las solo tres cuadras que la separaban de nuestro hotel; pero olvidé que San Francisco en eso se parece mucho a Zacatecas y también le aplicaría aquel verso de Ramón López Velarde en el bellísimo poema “La Bizarra Capital de mi Estado” donde dice: Altas/ y bajas del terreno, que son siempre/una broma pesada

Curiosamente ese poema de López Velarde continua: Y una Catedral y una campana/ mayor que cuando suena, simultánea/con el primer clarín del gallo/en las avemarías, me da lástima/que no la escuche el Papa.

Yo la verdad no oí la campana de Grace Cathedral pero sí escuche la de su homóloga de Zacatecas y la verdad es que López Velarde tenía razón. Sin embargo Grace Cathedral es hermosa y merece la pena conocerse. Aunque cuando terminamos las tres cuadras que medían lo que un campo de futbol cada una, por una subida empinadísima, nos faltaba oxígeno, nos dolían los pies, los riñones y el orgullo.

Ese fue nuestro último día en San Francisco. Ya no hablaré del regreso ni de cómo me hicieron abrir la maleta en el aeropuerto para quitarle un poco de peso y pasarla a las demás. Sirva decirte caro lector que regresamos con bien a nuestro hogar donde el Joey nos esperaba melancólico y nos recibió como sí fuésemos los reyes del cielo y de la tierra.

Estas crónicas como seguro te has dado cuenta, reciben su nombre de aquella bellísima canción de Scott McKenzie la cual ahí les dejo para su beneplácito. Así pues, terminan estas crónicas en una ciudad por demás bella, por demás diversa, por demás inteligente y sobretodo inigualable. A la que siempre llevaremos en nuestros corazones.




Scott McKenzie

domingo, 1 de noviembre de 2009

Will be a love-in there

Desde que tengo uso de razón me han gustado las bodas. Pertenezco orgullosamente a ese grupo de idiotas que lloran en ellas en los momentos más solemnes.
Desde luego la que más me ha gustado de todas ha sido la propia con mi ahora esposa; pero la verdad es que estaba yo tan dopado de felicidad que también ha sido la única en la que no lloré. Eso hasta que llegó el momento de bailar con mi hermana quien como se ha dedicado a hacer toda su vida, me sacó algunas lágrimas.

Las bodas en México son casi todas iguales: La misa, la ceremonia del civil, la fiesta, la cena de la que nunca nadie está conforme, el baile casi siempre en algún momento a ritmo de Caballo Dorado y su No rompas más/Mi pobre corazón… u otras canciones más tontas pero pegajosas como Sopa de Caracol y en últimos años Timbiriche.
Alguien reparte globos, serpentinas, sombreros, antifaces y trompetas que hacen las delicias del respetable. La ceremonia en la que la novia lanza el ramo a un grupo de gacelas embravecidas, el liguero lanzado por el novio a un grupo de amigos ya algo ebrios, los chilaquiles en la madrugada, el mariachi casi al final y a seguirla donde sea.
Eso sin olvidar el antiguo truco de que sí quieres que todos lleguen a las siete, tienes que citarlos a las seis. Porque somos aztecas y nunca llegamos temprano por designios del Quinto Sol.
La verdad es que son muy divertidas las bodas en México.

En Estados Unidos las bodas en esencia son iguales. Hay un par de tarugos que deciden unirse en una ceremonia acompañada casi siempre de una recepción, donde la gente baila y se divierte.

La primera gran diferencia es que sí te citan a las cuatro con treinta minutos tienes que estar a esa hora y ya. Aunque Mamá Gallina se haya presentado diez minutos tarde en la cena de ensayo ya comentada anteriormente, eso no quiere decir que en la boda íbamos a hacer lo mismo, porque seguía vigente el marcial toque de queda.

La boda de pollito fue en el hermosísimo Golden Gate Park a la hora mencionada. Ahí llegamos vestidos, bañados y perjumados puntualitos. La ceremonia se llevaría a cabo en un paraje arbolado donde ya estaban dispuestas las sillas y la mesa con el chupe; mismo que como se nos informó, sería para después de la esperada unión.

De entrada la sentada con los gringos en la ceremonia es todo un arte. La familia de la novia de este lado y la del novio del otro. Luego viene la pesadilla logística que implica sentar a una All United States Family; iba a decir All American pero ya expliqué mi convicción de que para mi no es así.
Una AUSF (para abreviar…) se compone de los papás de los novios y sus respectivos esposos(as) o novios(as); los hermanos y medios hermanos se sientan dependiendo de sí el papá o mamá están más cercanos en la línea del parentesco con los novios. Sí es así lo sientan más cerquita y sí no en algún rinconcito sobre un hormiguero.
Desde luego los papás y sus parejas tienen a su vez padres (o la mayoría… porque algunos no tienen madre) que también participan en el acto y hay que sentarlos “asegún”. Los primos, tíos y amigos ya los sientan como caigan, pero eso si, del lado que les toca.

En la boda de Pollito y su galanazo de Serbia la ceremonia fue oficiada por una ministro, que habló de muchas cosas mientras los novios se tomaron de las manos y se miraron con cara de venaditos enamorados durante la hora que duró el acto.
Me siento totalmente incapaz de resumir el discurso de ella en este humilde texto, así que no hablaré de cuando se refirió al amor que se profesaban, de cómo se conocieron, de sus gustos culinarios y de cómo el le ayuda a bajar las tazas de hasta arriba de la alacena a la chaparrita de mi sobrina.
Tampoco de cómo para honrar la herencia mexicana de Pollito se leyó un fabuloso poema de… Pablo Neruda, quien hasta ese día yo pensaba que era chileno.
Luego recordé que para los estadounidenses, todo lo que está debajo de Texas es México y eso incluye desde Guatemala hasta Argentina. Sí acaso reconocen un poco a Brasil, nada más porque hablan otro idioma, pero no están muy seguros. Así de mensos son pero ni modo.

Después la bellísima hermana del novio para honrar su herencia de Serbia, leyó un texto en ese idioma que aunque ninguno le entendimos ni papa, a todos nos pareció maravilloso, así como ella nos parecía maravillosa también; de quien ya no comentaré más porque después del último texto casi me mandan a dormir al parque de enfrente.

Así terminó la hermosa ceremonia con un gran beso (lengua incluida…) de la flamante pareja, quienes se veían estupendos en sus trajes de novios, así como nosotros en los nuestros. Mi esposita estaba radiante enfundada en un vestido negro adornado con una pashmina rosa que la hacía parecer la esposa del embajador de México o sea yo.

Después de una copa de champagne, nos subieron a todos a un camioncito que nos traslado a ese hermoso pueblo llamado Sausalito, cruzando el Golden Gate; quien ahora sí puso de su parte y por primera vez en este viaje, se dejó ver ante los atónitos ojos de los foráneos, mi mamá incluida quien ahí lo vio realmente por primera vez.

Así llegamos a un restaurante en la orilla del mar donde se desarrolló la fiesta de la boda.
Otra de las grandes diferencias en las bodas de “aquí” y las de “allá”, es el rol protagónico que juegan los amigos de los novios, a quienes emparejan de manera que funjan como escolta de los novios. Al momento de entrar al salón son presentados con gran pompa y todos llegan bailando y haciendo piruetas; cosa que a mi más que una boda me pareció la entrada de la serie “Friends” sin la fuente.
Otra de las diferencias importantes es que en Estados Unidos se tiene la costumbre de que el Padrino del Novio, la madrina de la novia y el padre de la misma hablen. Como en estas bodas no hay nada espontáneo y todo está militarmente ensayado los discursos normalmente solo son emotivos para los novios, pero eso no importa porque finalmente es su evento y es para que ellos lo disfruten.

Así después de la cena y con la bahía de San Francisco de fondo inició el baile; mismo que comenzó con las canciones que normalmente en México se ponen al final para después dar pasó solo a música electrónica, la cual a mi no me gusta más de veinte minutos porque después de ese tiempo me empieza a apretar el escroto.
Otra de las cosas que hacen allá es que las bebidas las cobran. En México acabarás empeñando la licuadora o la tele pero todos comen, beben y bailan a costa de los novios. Esta costumbre de cobrar las bebidas, no se llevó a cabo en esta boda y por lo mismo la mayoría de la concurrencia se dejó caer con singular alegría y perdieron la compostura y el glamour cuando la noche aún era joven.

Yo no soy asustado pero la verdad es que varias de las gacelas que bailaban solas en la pista, se levantaban su faldita para abanicarse sus cositas y nos enseñaron todo su tesorito. Así también empezó algo así como un concurso de baile de tubo del que aunque no se premió a nadie, creo que la competencia estuvo muy reñida.
Yo todavía soy joven y lo entiendo, pero nada más veía como a mi papá se le caían los tres pelos que le quedan y mi mamá ponía cara de que estuviera viendo Cinemax ya muy noche.

Sin embargo disfrutamos mucho, la pasamos muy bien, comimos muy rico y bailamos. También convivimos por última vez en este viaje con la familia hasta que el inevitable regreso a altas horas de la noche, nos llevó a nuestro anhelado hotel donde por fin pudimos descansar y alegrarnos por Pollito y su galanazo de Serbia quienes a partir de este día iniciarían un nuevo capítulo en sus vidas en el cual serán muy felices el uno con el otro.

Todos dormimos tranquilos a excepción de mi mamá quien seguro se la pasó buscando en la tele Cinemax.

lunes, 26 de octubre de 2009

For those who come to San Francisco...

Me siento como corresponsal de guerra. Por una parte quiero seguirle contando a los lectores de este virginal blog las aventuras en San Francisco; pero por el otro, están pasando tantas cosas que requieren mi inmediata atención, como por ejemplo la tremenda subida de impuestos que nos quieren dar nuestros gobernantes, el rebrote de la temida influenza y muchas cosas más.
Creo también que no hay prisa por reintegrarse a esas acaloradas discusiones así que seguiré evadiéndome de ello con mis historias que tal vez no sean de tan alto impacto pero por lo menos evitan me ponga a pensar con que voy a pagar todo el próximo año.

Después de este prólogo de incalculable valor literario y noticioso seguiré contando de nuestra llegada tarde a la cena de ensayo de Pollito y su galanazo de Serbia, donde pensamos que la dolorosa muerte sería inminente, hasta que mamá Gallina & Co llegaron más tarde que nosotros.

La cena tuvo lugar en una de esas casas victorianas que tanto abundan en San Francisco donde los anfitriones, una agradable pareja de hindúes (Indios dirían algunos pero yo no estoy de acuerdo, para mi los nativos de la India son hindúes aunque los dos términos sean correctos), nos recibió calurosamente en su residencia.

En aquella casa victoriana que se transformó en una torre de Babel, nos dimos cita tanto hindúes, serbios, austriacos, colombianos, cubanos y desde luego mexicanos. Nos esperaba para la cena una paella que tenía el tamaño reglamentario de un chapoteadero olímpico y el infaltable alcohol que fue el catalizador que permitió a tantas personas de tantas lenguas diferentes lograr un perfecto entendimiento los unos con los otros; o al menos nos dio la diplomacia necesaria para hacer creer a los otros que les entendíamos muy bien. Aunque por la cantidad de alcohol que se consumió, pienso que al final a nadie le importaba.

Mi tío Oso dejó de ser solo mi tío y pasó a ser el tío de todos los que se encontraban ahí, al convertirse en el “dealer” oficial de tequila de la cena de ensayo. Por lo menos valió la pena el que me hiciera cargar sus tres botellas desde Monterrey hasta allá, mismas que se reventaron los “springbreakers” en menos de dos horas.
Mi tío no habla ingles y “sus sobrinos” no hablaban español; pero ellos platicaron durante horas, se contaron sus cosas y disertaron sobre muchos temas variados hasta que vomitaron en una unísona guacara. Esto último no es cierto es solo para enfatizar mi punto.

La delegación serbia no decepcionó a la afición y presentó un elemento digno de la admiración de chicos y grandes; se trataba de la hermana del galanazo de Pollito, quien además de ser guapísima, tenía las piernas más largas de todas las representantes. También tenía al novio más baboso de todas las féminas ahí reunidas y ese título sí requiere de mayor admiración porque había mucha competencia.

El verdadero problema fue cuando “intenté” retirarme a mis aposentos en el ya mencionado hotel y este deseo fue tomado por la familia como sí les hubiera comunicado que acababa de unirme a una secta satánica dedicada a asesinar inocentes.

¿Por qué te quieres ir? Pues porque ya acabé de estar (así decía mi abuelo). ¡Ay que sangrón! No soy sangrón simplemente ya me quiero ir a mi hotel ¿Qué tiene eso de malo? Es que nunca nos juntamos. ¿Cómo de que no… y hoy que hicimos? Si pero quédate otro ratito. Que no, ya me quiero ir. Pero es que no hay quien te lleve. Ni falta que me hace tomo un taxi, al cabo ya me acostumbré a pagar mínimo treinta dólares por cada llevada y traída. ¡Ay que sangrón… espérate tantito! Pero es que ya me quiero ir ¿no se supone que este es un país libre y yo me puedo largar en punto de la hora que se me de mi gana? Pues si… pero no. Pues ya me voy y háganle como puedan.
Le dije a mi esposita: Espérame tantito voy por un taxi.

Así con mi indignación salí a la calle a tratar de tomar uno los siguientes 20 minutos muriéndome de frío y ninguno hizo el honor de pararse ¡ay de mí! Tuve que poner mi cara de papa con hipotermia y regresar a la fiesta que ya me tenía hasta la Mauser y esperarme a que el contingente se dignara a depositarme en mi hotel a la hora que este considerara oportuno.

La verdad es que esa fiesta a mi me pareció todo menos ensayo. A menos que el ensayo consistiera en calibrar la resistencia al alcohol para el día de la boda donde de plano ahí si la mayoría ya perdió por goleada.

Solo pude comprobar los siguientes hechos:
No importa la nacionalidad; a casi todo mundo le encanta ponerse hasta las chanclas.
No necesitas saber otro idioma sí estás hermanado por el alcohol.
Las serbias son bellas. Muy bellas.
Los taxis en San Francisco no sirven para nada.
A mi familia no le importa lo que yo quiera; solo lo que ellos quieran.
Mamá Gallina no tiene vergüenza pero como quiera le profeso todo mi amor.
Mi papá no es un buen aliado cuando de marcharse de una fiesta se trata y yo me sigo cuestionando su paternidad aunque mi mamá diga misa.
Las serbias son bellas. Muy bellas.
Siempre lleva un sweater a donde quiera que vayas en San Francisco.
Las cenas de ensayo sirven para dos cosas.

Este texto ya me tomó casi todo el espacio hablando solo de este acto que aunque fue divertida y la comida excelente, no debería haber tomado tanto; lo cual una vez más muestra mi altísima capacidad para divagar y hacer saltos mortales cada vez que me pongo a escribir.

Pero por favor váyanse haciendo un sándwich en lo que regreso porque aún falta la boda y muchas cosas bonitas de este viaje.

miércoles, 21 de octubre de 2009

You're Gonna Meet Some Gentle People There

El viernes pintaba ser un día bastante agitado. Lo primero que hicimos fue levantarnos, volver a hacer maletas y cambiarnos de hotel. ¿Por qué? Pues porque mi tío el que tiene la cartera y el corazón grande, nos disparó las cinco noches siguientes en un modesto hotel que se llama Marriott y que está en Union Square.

¡Que diferencia! En el Days Inn que estuvimos las dos primeras noches la verdad no estaba tan mal, pero después de eso, llegar y ver el Marriott me sentí como me imagino se sintió Michael Jackson la primera vez que vio Neverland.
Nos subimos a un camioncito con maletas y todo (ni modo somos gente muy sencilla) y nos bajamos en el mencionado hotel donde pienso que ninguno de los que ahí se hospedan llega en bus.

Desde ahí nos desplazamos hasta el Ferry Market que es un sitio sensacional para todos aquellos que disfrutamos del buen comer. Con la emoción de estar ahí y después de comprarme una pizza, un helado y un canolli, nos dimos cuenta que faltaban poco menos de 15 minutos para que debiéramos presentarnos en el Pier 33 con el fin de encontrarnos con el resto de la familia y zarpar a la isla de Alcatraz.

¡Que difícil tomar un taxi en San Francisco! La premura nos comió y debimos subirnos a un sospechoso taxi faltando solo diez minutos para zarpar, el cual sin ningún empacho nos ensartó quince dólares solo por llevarnos seis cuadras. ¡No hay derecho!

Llegamos barriéndonos en segunda al muelle en el que ya nos esperaba mi papá, mi tía Manzana, mi tío Oso (que no tiene nada que ver con mi tía la Osa) y mi prima la Pichona; después de los saludos y los abrazos abordamos el ferry y quince minutos después estábamos en la roca.
El paseo es muy interesante aunque casi deja uno el alma en la subida a la famosa prisión. Yo pienso que el primer castigo que recibían los reos era tener que subir esa empinada cuesta.

La agenda del día impuesta de manera tajante por mi prima mamá Gallina (Madre de la novia), dictaba que deberíamos presentarnos de manera obligatoria y fuera de cualquier discusión, en punto de las seis de la tarde en la casa en que sería la cena de ensayo; puntualitos… porque en Estados Unidos sí son puntuales (así dijo ella), no enseñen la cepa Azteca. Derivado de esta instrucción nos impuso además un toque de queda con la siguiente amenaza: El que no estuviera a esa hora en ese lugar bañado, peinado y bien arreglado, sería inmediatamente pasado por las armas en el garage y su cabeza sería exhibida colgada de un tranvía para que todo San Francisco escarmentara con tan irresponsable acción. Además sería enterrado en una planicie inubicable donde mil caballos cabalgarían sobre su tumba para que nunca nadie supiera ni a donde llevarle flores. Así de importante era la pinche cena de ensayo.

Ante tal coerción era de entender que toda la familia tuviera miedo y quisieran que su paso por Alcatraz fuera más rápido que el de Al Capone. Pero la verdad es que a mi mamá Gallina me podía decir misa ya que no conozco más ley que la que a mi se me da la gana. Así que cuando quisieron apurarme para terminar rapidito el recorrido, los mandé a sacarse los mocos esposa incluida, que eso ya era bastante insubordinación.
Tu lector querido de este virginal blog, entenderás que sí yo no obedezco a nadie en mi casa, mucho menos en San Francisco y mucho menos en Alcatraz donde nadie obedece a nadie. Tal vez fue esa emoción de sentirme fuera de la ley la que me impulsó a actuar así.
Abajo en el muelle y solo una vez que terminé mi tour, me reuní con el resto de la familia, porque el ferry no iba a zarpar antes nada más por mandato de Mamá Gallina. Así regresamos todos juntos a buen puerto.

Se nos hizo tarde (para variar…) en llegar al hotel y tuvimos que arreglarnos rápidamente, lo cual a la Generala la encoleriza.
Mi consorte necesita tres horas y media para tomar su baño de burbujas relajante, lavarse los dientes, peinarse, ponerse tres o cuatro vestuarios distintos para al final no estar decidida cien por ciento con lo que lleva. Además de las incontables horas que requiere para maquillarse como si fuera a actuar en Cats.
Tengo que reconocer que yo atrás de ella preguntándole ¿Cuánto te falta? ¿Cuánto te falta? no era de gran ayuda. Por lo cual mi esposa salió profundamente encabritada de nuestro cuarto. Porque el vestido no le gustaba, los zapatos tampoco, la bolsa menos, no se había maquillado bien, el pelo se le esponjaba, se le saltaba la pestaña, el collar no hacía juego, no se había bañado bien, tenía hambre y sed y además yo era un imbécil.
Yo solo me preguntaba a mi mismo sí no sería posible que volvieran a recibir gente en Alcatraz para enviarla un tiempito.

Para mi fortuna en el elevador nos tocó un ángel transfigurado en señora, quien elogió de manera oportuna el vestido y los zapatos de mi esposita así como lo bella que se veía, lo cual amortiguó de manera notable la caída de su alma al infierno de los vanidosos iracundos.
Cabe mencionar que yo ya le había dicho incontables veces lo bella que estaba; pero como en ese momento yo era persona Non Grata y prófugo de la justicia, ni me peló.

Ya en la calle era más fácil ver un ovni que un taxi y en medio de la desesperación de ser pasados por las armas de Mamá Gallina, mi esposa ahora con una nueva actitud ante la vida, se arrancó corriendo por las calles de San Francisco guapísima con su vestido y sus zapatos como Carrie Bradshaw en busca de un taxi. Regresó jadeante y heroica para decirnos que había encontrado uno, le había dicho que estábamos a la vuelta en el Hotel Hyatt y que ya venía para acá.
¿En el Hyatt mi amor? Si. ¿¿En el Hyatt?? Si – volvió a responder confiada como es- ¿Cuál Hyatt mi amor? ¿¿Cuál Hyatt?? ¡Sí no estamos en el Hyatt estamos en el Marriot! – mi domadora solo se mordió el labio nerviosa y fingió mucha molestia conmigo, pero ahora el enojado era yo.
Así pasó otro de esos sospechosos taxis negros que nos cobró treinta dólares por llevarnos diez cuadras a una velocidad imprudente (pero emocionante) por las calles de San Francisco. Yo aunque estaba enojado me sentía Steve McQueen en Bullitt.

La cereza en el pastel fue que cuando llegamos a la casa en la que sería la cena de ensayo diez minutos después de las seis y anticipando lo peor ante el inminente fusilamiento, nos bajamos del taxi y llegó Mamá Gallina en una camioneta repleta de gente.
Lo primero que pensé es que se trataba del pelotón de fusilamiento ¡pero no…! era la familia.
Así muy quitada de la pena y en tono amoroso mamá Gallina nos dijo: ¡Ay se nos hizo tarde!

Me pregunté si a mi esposita no le caería mal tener a Mamá Gallina de compañera de celda.

Continuará (por supuesto)…

jueves, 15 de octubre de 2009

Be sure to wear some flowers in your hair

Nuestra primer mañana en San Francisco fue el día que mi rodilla izquierda estuvo más enojada conmigo. Cada paso que daba me la mentaba como diciendo: ¡Ahí está! ¿No querías venir a tu viajecito? ¡Pues ahora sufre canalla!
Yo la mande a freír espárragos y así avanzamos sobre esta hermosa ciudad bajo un clima helado y con neblina que yo pienso se puso de acuerdo con mi rodilla para fastidiarnos.

San Francisco está situada en una bahía y no es la típica ciudad estadounidense.
Hago un breve paréntesis para decir que me repurga que les llamen americanos o norteamericanos, para mi son estadounidenses. Americanos somos todos los que vivimos en América desde Argentina hasta Alaska; y norteamericanos somos todos los que vivimos en México, Estados Unidos y Canadá.
Entonces yo soy Americano igual que Pele y Maradona y Norteamericano igual que Obama, quien por cierto es estadounidense.

Nuestra primera parada a la cual llegamos a pie, fue el maravilloso Palace of Fine Arts que es un edificio de estilo griego situado junto a un apacible laguito donde los patos y otras aves nadan y se acicalan despreocupadamente. Para los que no tengan ni la más remota idea de que hablo, vean la película de La Roca y es donde Sean Connery se encuentra con su hija.

Frente a toda esta belleza hay unas hermosas casitas y no pude evitar pensar en toda esa bola de desgraciados que viven ahí y cuando salen al trabajo, sí es que tienen, ven esa postal conformada por el lago, el Palacio, los jardines y los árboles.
Yo en cambio cuando salgo al trabajo, me tengo que conformar con ver mi parque que ahorita está verde pero eso no es común, al gato de la comunidad, a la vecina que se parece a alguno de los personajes de la Guerra de las Galaxias lavando su camioneta y en lugar del palacio el cuartito del jardinero del parque. ¿Por qué Dios les da a unos y a otros no?

Después de esto tomamos un bus para ir al magnífico Golden Gate Park haciendo una breve escala en el Golden Gate Bridge del que no se veían ni las casetas de cobro por la neblina. Mi mamá me decía: ¿A dónde está el puente? Pues estamos en el. Pero no se ve nada. Es por la neblina. Pero es que yo lo quiero conocer, no vine a San Francisco solo para ver del Golden Gate al señor que cobra en la casetita ¿verdad? No gordita (así le digo a mi mamá) claro que no, seguro mañana se quita la neblina y lo vas a poder ver en todo su esplendor. Más le vale al pinche puente pensé.

Así llegamos a Golden Gate Park que es una enorme maravilla, donde mi esposita nos invito… déjenme repetir eso porque ni yo me la creí: Mi esposa a quien amo profundamente, NOS INVITO ella con su dinero, ganado con el sudor de su frente y de sus manos, NOS PAGO, la entrada al extraordinario Japanese Tea Garden.

Terminando esta larga caminata nuestros pies ya nos hacían como teléfono ocupado y mi rodilla se quejaba amargamente de todo, aunque yo ya me había untado y tomado no se que para el dolor, además de ponerme una rodillera que compré Wallgreen’s que me sirvió para dos cosas.

En nuestro recorrido en bus al cruce de las calles Haight y Ashbury conocido como la cuna del movimiento hippie, fuimos testigos de un altercado bastante desagradable entre nuestra conductora y un transeúnte.

La conductora tenía cara de Mr. T estreñido y se puso como pepita en comal cuando en una parada varios se le metieron por atrás. Bueno no precisamente a ella sino a su portentoso vehículo (de otro modo yo también me enojaba). La señora suelta el volante, recorre el pasillo hasta la puerta de en medio y empieza a bajarlos. ¡Que carácter! La gente se empezó a bajar diciéndole a la conductora todas las letanías que se sabían. Pero un transeúnte que rondaba los veinte años que se le pone al brinco a nuestra templada auriga, se le acerca y le pone la cara en la cara como si la quisiera morder y le dice: I have to go to my work bitch!, que quiere decir: Oiga señora por favor no me baje del bus porque tengo que llegar a mi trabajo.
La señora lo baja del camion y le dice: You’re the Bitch… that’s why I go and you not!, que quiere decir: Faltaba más… por favor espérame tantito y vuelvo más tarde por ti.

¡Tómala… que el muchacho abre la puerta y se vuelve a subir! ¡Y le empieza a gritar!: What is wrong with you black bitch!!?? ¡Órale! Todos los pasajeros atónitos pero eso si, sin meternos, porque la verdad no había nada que defender, ella era una hija de Satanás y el un baboso. Así que calladitos nos veíamos más bonitos.
Después de unos minutos el muchacho se bajó más calientito que un hot dog y volvió a arrancar el transporte operado por nuestra turbada conductora.

Mi domadora me sugirió que mejor nos bajáramos en la siguiente parada antes de que Mrs. T nos matara en un poste y así lo hicimos.

El barrio Hippie tiene un encanto especial, pareciera que te transporta a una dimensión desconocida donde todos son ejemplares exóticos. Desde la muchacha con el pelo azul, hasta los sesentones que se subieron en una combie que iba a Woodstock pero nunca se bajaron.

De ahí hicimos en otro bus (con un conductor menos combativo) el viaje hasta la famosa esquina de Powell y Market donde inicia uno de los recorridos más característicos de San Francisco. Estoy hablando del Tranvía.

Yo ya había hecho este recorrido y estaba dispuesto a volverlo a hacer, pero la verdad es que nos tocaron de compañeros puros gandallas que se subieron antes que nosotros y nos toco en la parte de adentro sin poder ver mucho.
El tranvía en San Francisco se tiene que hacer afuera o colgado de el. Ya de perdida parado en la parte trasera. Pero adentro y repleto de gente sin poder ver nada, es como bailar con la prima. Se disfruta pero no le puedes dar el “llegue”.

Para terminar el día llegamos a Ghiradelli Square, una antigua fábrica de chocolate donde hacen el mejor Sundae que he comido en mi vida, mismo que no estaba dispuesto a indultar. Es un lugar muy agradable donde hay un mesero de esos excéntricos que canta en las mesas. El me dijo en su ingles italianizado, que su cantante preferido era el argentino Carlos Gardel.
Rápidamente pensé en mi colega bloggero
Gonzalo Vázquez, quien sí se enterará de este incidente sin que yo hubiera hecho algo por remediarlo, sería capaz de asesinarme con una tira de asado uruguayo.

Por lo que rápidamente corregí al señor acerca del origen de Carlos Gardel y que no era argentino sino uruguayo. Así se fue el con su nuevo conocimiento adquirido y así también nosotros nos fuimos al hotel con los pies cansados y el alma contenta.

Gonzalo me debes un choripan.

domingo, 11 de octubre de 2009

If you go to San Francisco...

“Un viaje de mil leguas comienza con el primer paso”, así dice un viejo refrán chino, aunque no estoy seguro sí el viaje a San Francisco fueron tantas leguas pero si estoy seguro que lo empezamos con un primer paso, mismo que yo di para bajarme de mi cama a una importuna hora.
Como suele sucederme antes de cualquier viaje que emprenda ya sea al fin del mundo o a Saltillo, yo no pude dormir bien.
Con mis tres horas de sueño me levante con la emoción y premura de iniciar nuestro importante recorrido el cual comprendía tres importantes etapas:

Viajar por auto a McAllen Texas (para mayor información ver Crónica McAllenesca en este espacio), volar a la ciudad de Houston y de ahí tomar un segundo avión a San Francisco. En un recorrido que nos tomaría algo así como quince horas de viaje.

Con esa premura y exagerada planeación que me caracteriza para los viajes, cogí a mi esposa (es un decir…), a mi mamá, las tres maletas y así abordamos nuestro vehículo conducido por su servilleta como flamante auriga.
Previó a esto llevé al buen Joey a su Alcatraz para perros, donde el can esperaría impaciente y contaría las horas y los días con rayitas en su celda, de que sus queridos amos volvieran a su lado.

Dos cosas no contempladas en mi milimétrico plan sucedieron. La primera de ellas fue que en Monterrey caía una pertinaz lluvia estilo londinense con un frío sabroso.
Los que conozcan esta caprichosa ciudad, sabrán que a mis amigos los regiomontanos sí uno les escupe en el piso se resbalan, chocan uno con otro y se caen. Imaginen eso ahora cuando manejan.
Esto lo digo solo para manifestar lo peligroso de la empresa. En ese momento de nuestro viaje, un choque de cualquier tipo hubiese sido fatal para nuestra apretada agenda.

La segunda cosa que sucedió y que no estaba en el plan fue que mi rodilla izquierda decidió que ella no quería ir a San Francisco, que ella se quedaba en Monterrey, que tenía muchas cosas que hacer, que le trajéramos una foca de peluche y que nos fuera muy bien.
Yo no podía dejar a mi rodilla en Monterrey, ¿Cómo hubiese caminado por esas típicas subidas y bajadas de San Francisco sin mi rodilla izquierda? Así que le ordene que de inmediato se alistara, se pusiera algo bonito y se fuera con nosotros.
Ella obedeció a regañadientes y fue, pero a modo de protesta me dolió durante todo el viaje.

Así mojados y yo lisiado, la emprendimos hasta la frontera.
El camino a McAllen fue tranquilo y sin novedad hasta que llegó el momento de cruzar la paranoica frontera de los gringos.
¿Tiene algo que declarar? Me preguntó la inusualmente guapa oficial de la caseta.
Sí - Contesté decidido- Dos botellas de tequila que llevo de regalo.
Pase ahí y pague el impuesto para las botellas. Correcto -contesté obediente como soy.
Oiga oficial nos dirigimos a McAllen porque vamos a tomar un vuelo a Houston, para después tomar un vuelo a San Francisco; por lo que necesito tres permisos de internación.

Para los que no sepan de esto, uno puede cruzar la frontera de los Estados Unidos por tierra. Pero eso no quiere decir que uno se pueda descolgar hasta Washington desde ahí a saludar a Barack y a Michelle. ¡Claro que no! Sí uno quiere internarse más de 30 millas, o algo así, debe tramitar un permiso de internación.
Ok. Así me contestó la inusualmente guapa oficial de la caseta. Pase a ese modulo de allá y tramítelos por módicos 6 dólares por permiso. Allá fuimos.

Ahí nos atendió un usualmente feo oficial de migración, que tenía cara de que le acababan de hacer el examen de la próstata.
Este Ohhsaycanyousee se me puso medio flamenco porque no llevaba yo un comprobante de domicilio.
Necesito uno para asegurar que usted no se quedará a vivir en los Estados Unidos me dijo en su ingles. No traigo ninguno le contesté en mi ingles. Y por supuesto que no pienso quedarme a vivir allá. Eso último solo lo pensé.
Necesitamos un comprobante de domicilio le dijo el usualmente feo oficial de migración a su Padawan, que lo miraba con ojos de Danielsan al señor Miyagi.

En eso, se me ocurre interrumpir al señorcito para decirle que traía yo mis recibos de nómina, una carta de mi empleo, pagos de hipoteca, acta de defunción y apuntes de historia de la secundaria ¡y que se me enoja!
Señor usted es el que tiene el problema. ¡Yo no! - me dijo en su ingles - ¡Usted es el que quiere el permiso de internación y yo se lo puedo negar sí quiero!

Me imaginé al tipo siendo devorado por varios tiburones mientras un elefante le hacía otro examen de la próstata con su patita… pero no le dije nada porque aunque mi rodilla no quisiera, yo iba a San Francisco y este baboso se quedaría en Hidalgo Texas el resto de su vida.

Después de hacernos “el favor” nos dio los permisos mismos que pagamos con sus íntegros y constantes dieciocho dólares y nos largamos de ahí yo haciendo chile con la cola (aunque el origen de esa expresión me es totalmente desconocido) pero aliviado de poder entrar a los “United” y poder comenzar la segunda fase de nuestro viaje.

Después de un anhelado desayuno en ese elegante restaurante donde solo dejan entrar a algunas estrellas de cine y a nosotros llamado IHOP; avanzamos sobre el aeropuerto de McAllen que se parece mucho a la terminal de autobuses de Querétaro.
Nos inspeccionaron nuestras visas por todos lados como sí no confiaran en nosotros, nos olieron los permisos de internación, los pasaron por una lucecita, nos quitaron los cinturones, los zapatos y por poco la dignidad y después de darse cuenta de que no éramos terroristas de Al Qaeda nos dejaron subir al avión.

Llegamos a Houston en una hora; corrimos a la otra terminal (yo solo con la rodilla derecha porque la otra se negaba), nos subimos al avión donde afortunadamente ya no nos olieron nada, nos pidió una sobrecargo de esas chistosas que nunca le han hecho un examen de próstata, que apagáramos las Blackberries, Bluberries, Rasperries y todas las berries y despegamos.

Mi esposita se dedicó a babearme el brazo derecho las cuatro horas de vuelo y mi cabecita blanca y yo intentamos dormir sin éxito. Hasta consideré pagar seis dólares para que me permitieran ver una película pero como me los había gastado en el permiso…

Llegamos a San Francisco a las diez, nuestras doce de la noche, nos subimos al taxi y treinta minutos y cuarenta dólares después, nos dejó en nuestro hotel. Todo esto duró dieciséis horas.

No me quiero imaginar cuanto nos hubiera tomado un viaje a Tokio o Rarotonga.

jueves, 8 de octubre de 2009

Solidaridad: Unirse a la Causa de Otros

Hoy me comprometí como parte de una excelente iniciativa, a escribir sobre la Solidaridad. ¿Cómo esperan que le cuente al mundo acerca del inolvidable periplo a San Francisco sí siguen saliendo cosas por escribir?

Primero la conejita que hace su check in a este mundo el día menos pensado; y ahora mi cuatacha Andrea Paparella, los ojos más bellos que leen este virginal blog; me invita a unirme a esta loable iniciativa. Yo con esa habilidad que tengo para subordinarme al sexo femenino, me SOLIDARIZO con ella y con Senovilla creador de la misma, para hablar de este intrincado y esperanzador concepto que es la solidaridá (así dirían algunas personas sin la “d”)

Desafortunadamente la palabra no trae muy buenos recuerdos a los mexicanos en específico, ya que así se llamó el programa que abanderó el sexenio de uno de los presidentes más rateros que hemos tenido.
Recuerdo que mis primeros encuentros con la palabra Solidaridad, se dieron en aquellos comerciales hechos en serie por el gobierno de este innombrable pelón; donde un niño se quejaba amargamente con su papá sobre el hecho de que siempre llegaba a la escuela con los zapatos sucios, porque su calle no estaba pavimentada y con las lluvias se le enlodaban en el camino.

Después salía el mismo niño con su papá dando las gracias al programa Solidaridad por haberles pavimentado su calle y ahora siempre llegaba con los zapatitos limpios.
¡Háganme el C. favor!

Había otro, tal vez el más famoso de estos comerciales, de un muchacho bastante menso el cual llegaba corriendo con un viejito y le decía en su medio español: ¡Don Beto, Don Beto… ya tenemos carretera!
Don Beto en un nostálgico flashback, le recordaba al muchacho (que por cierto se parecía mucho al Güero cuando este era flaco), los trabajos que pasaban yendo y viniendo cuando antes no había una carretera allí en su pueblo, misma que ahora gracias al heroico y desinteresado programa Solidaridad, ya tenían.
Al final al teto del muchacho se le salía una lágrima y Don Beto le decía: ¿Estás llorando? Y el contestaba: No… se me metió una basurita en el ojo.

Cuando pienso en ello no puedo evitar recordar la cantidad de estupideces como esta que he tenido que soportar en mis treinta y un años.

Sin embargo los comerciales dentro de todo tenían un eslogan muy llegador que decía: “Solidaridad: Unirse a la causa de otros”

Al margen de cual fuera la causa a la que nuestro entonces Presidente quisiera unir a los mexicanos en ese tiempo… el slogan por sí solo es poderosísimo.

En este nuevo mundo que hoy nos toca habitar creo que tenemos mucho que aprender de aquella solidaridad que profesaban nuestros abuelos y los abuelos de ellos.
¿Qué nos ha pasado a la humanidad con un concepto tan importante que hemos dejado de profesar?
Vemos en las grandes ciudades que a alguien le da un paro cardiaco en el metro y lo dejan ahí hasta que en la noche el operador le dice: Ya bájese señor, ya se acabó el turno, solo para darse cuenta que el pobre lleva muerto seis horas. Nos hemos vuelto tan apáticos entre nosotros mismos, que a veces nos hacemos de la vista gorda cuando vemos que están robando la casa del vecino solo para no meternos en un problema.
Hace tan solo unas semanas en la estación del metro Balderas de la Ciudad de México, el único de los mil y tantas personas en la estación, que se solidarizó con un policía a quien un loco estaba balaceando, fue un señor.
¿Un señor de entre mil y tantos? Fue el único de toda la bola de miedosos que estaban ahí que se le aventó al tipo y lo golpeo hasta que el que iba armado lo mató.

No puedo evitar preguntarme: ¿Que habría pasado sí el resto se hubieran unido a la causa de este señor y juntos hubiesen desarmado a este soberano pendejo?
Tal vez ese hombre, el único valiente de muchos, hoy estaría vivo disfrutando a sus cinco hijos.

Ese ejemplo es muy duro sin embargo vemos a diario viejitos perdidos, hombres y mujeres que padecen de sus facultades caminando en medio de la calle, jóvenes que no saben ni limpiarse el trasero fumando o bebiendo y no hacemos nada, niños a quienes sabemos que sus padres mandan a la calle a pedir dinero en lugar de enviarlos a la escuela.

Para nuestros abuelos y más atrás, el simple hecho de vivir en una comunidad los volvía plenamente responsables de todo lo que en ella sucedía. Asumían la responsabilidad y se comprometían. No les importaba sí los conocían a todos o no. Eso mis queridos lectores si era solidaridad, eso era unirse realmente a la causa de otros y era buscar el bien común juntos.

¿En que parte del camino perdimos ese espíritu?

Tengo teorías pero la realidad es que no lo se. Lo único que estoy seguro es que nos urge recuperarlo. Pero mientras eso ocurre, solo me queda unirme a la causa de los que piden que hablemos de esto y seguir creyendo que en algún lugar del mundo existe la solidaridad y que va más allá de una carretera nueva y de zapatos enlodados.

viernes, 2 de octubre de 2009

¡Habemus Conejitam!

Por sí mis escasos pero leales lectores no se habían dado cuenta, les hago saber que estuve ausente una semana en la que le puse pausa a mi vida para largarme a San Francisco a unas tal vez no merecidas pero si anheladas vacaciones.

Todavía no se como le voy a contar al mundo sobre este frenético periplo que emprendimos el miércoles veintitrés mi amada esposa, mi querida madre y su servilleta a tierras californianas.

Antes de llegar a esas crónicas de nuestro viaje tengo que hacer un importante paréntesis para hacer saber Urbi et Orbi la buena nueva: ¡Habemus Conejitam!

Resulta que justo a la mitad de nuestro viaje como bien lo pronosticó mi mejor amigo el Güero bajo amenaza de mi parte y ya comentadas anteriormente en este espacio; la esperada bebe de los conejos decidió hacer su entrada triunfal a este mundo el pasado sábado veintiséis de septiembre en pleno 60º aniversario de la República Popular de China.

Baste decir que mi domadora y mis papás nos encontrábamos en pleno barrio Chino en San Francisco siendo testigos de un importante desfile cuando mi cuñado el Pelón, quien tiene la difícil tarea de ser el esposo de mi hermana, nos avisó que la Conejita venía en camino ya.
Después de las pronunciadas mentadas y recordatorios de partirle su madre a todos los que colaboraran de alguna forma con el nacimiento de ella y no esperarán a nuestro retorno, nos invadió una súbita alegría y emoción por la llegada de la nueva integrante de la familia.

Para los que no nos conocen, aunque el Güero (papá conejo ahora) y yo no tenemos parentesco alguno; los dos nos hemos escogido el uno al otro como hermanos por lo que la conejita es mi sobrina y fin de la discusión.

La Bebe junto con sus dos kilos setecientos gramos decidió llegar al mundo vía cesarea para seguirle haciendo la vida de cuadritos a su madre quien seguramente preferirá caminar sobre lava hirviendo que volverse a embarazar.

Ana Valeria, ese es el fortísimo nombre de la conejita. Como tu tío te doy la bienvenida a este mundo el cual estoy seguro te encantará.

Verás… en este mundo somos más de seis billones de habitantes. Una disculpa de antemano por tenerlo tan sucio para ti y los de tu generación, pero no te preocupes ya lo estamos limpiando para dejárselos mejor. Sin embargo más adelante tu ayuda será muy importante para hacerlo mejor aún.

Para cuando tú tengas tus ideas de cómo hacerlo, a lo mejor nosotros no las entenderemos y tal vez hasta nos opongamos, pero no te preocupes, es algo normal que la generación anterior no entienda a la que le sigue y viceversa.

Te platico que tenemos muchas cosas muy feas, crisis económicas, ambientales y peor aún de valores; tenemos unos cerdos horribles que se llaman políticos y se dedican solo a hacernos la vida miserable.

Sin embargo te darás cuenta que también tenemos cosas muy buenas por las que vale la pena estar aquí y que hacen que todo lo malo no tenga la menor importancia como por ejemplo el chocolate, el helado, los niños, los animales, nuestra historia y sobretodo la familia y los amigos.

Hay trenes y aviones, hay plantas y flores, hay árboles altísimos que están aquí desde mucho antes que tus abuelos. Tenemos crayolas y muchas hojas en blanco que esperan que tu las dibujes; también hay juegos y carruseles con muchas figuras y te podrás subir en la que más te guste, hay algodones de azúcar y parques.

Tenemos en este mundo lugares y ciudades muy bonitas que ya conocerás. Por ejemplo en esta ciudad que te tocó nacer, tenemos el Cerro de la Silla, las montañas y nuestras fabulosas carnes asadas. Esas nos permiten estar con nuestros seres queridos entorno a una mesa o asador y platicar de muchas cosas.

En este mundo que habitamos en el que tú eres nueva, también tenemos gente de todos colores, blancos, negros, amarillos, rojos y morenos aunque después te darás cuenta que el color no es más que un accesorio que no define a la persona.

Tu eres más afortunada que otros niños que llegan igual que tu. Tienes a tus papás contigo y aunque ahora tengan cara de sopes te quieren muchísimo. Además llegas a una casa nueva de paquete con un cuarto recién pintado solo para ti; tienes a tus abuelos y tus tíos, nos tienes a nosotros que te queremos desde antes que nacieras y todos los días tendrás comida en tu mesa, desafortunadamente no todos los bebes de tu edad pueden decir los mismo.

Tenemos los mares que esperan que los cruces, tenemos los campos que esperan que los camines y un cielo azul que algún día podrás ver de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo.

Esas son solo algunas de las muchas cosas que te esperan aquí, disfrútalo porque algún día te darás cuenta que la verdad no dura mucho.

Contador de Visitantes