Desde que tengo uso de razón me han gustado las bodas. Pertenezco orgullosamente a ese grupo de idiotas que lloran en ellas en los momentos más solemnes.
Desde luego la que más me ha gustado de todas ha sido la propia con mi ahora esposa; pero la verdad es que estaba yo tan dopado de felicidad que también ha sido la única en la que no lloré. Eso hasta que llegó el momento de bailar con mi hermana quien como se ha dedicado a hacer toda su vida, me sacó algunas lágrimas.
Las bodas en México son casi todas iguales: La misa, la ceremonia del civil, la fiesta, la cena de la que nunca nadie está conforme, el baile casi siempre en algún momento a ritmo de Caballo Dorado y su No rompas más/Mi pobre corazón… u otras canciones más tontas pero pegajosas como Sopa de Caracol y en últimos años Timbiriche.
Alguien reparte globos, serpentinas, sombreros, antifaces y trompetas que hacen las delicias del respetable. La ceremonia en la que la novia lanza el ramo a un grupo de gacelas embravecidas, el liguero lanzado por el novio a un grupo de amigos ya algo ebrios, los chilaquiles en la madrugada, el mariachi casi al final y a seguirla donde sea.
Eso sin olvidar el antiguo truco de que sí quieres que todos lleguen a las siete, tienes que citarlos a las seis. Porque somos aztecas y nunca llegamos temprano por designios del Quinto Sol.
La verdad es que son muy divertidas las bodas en México.
En Estados Unidos las bodas en esencia son iguales. Hay un par de tarugos que deciden unirse en una ceremonia acompañada casi siempre de una recepción, donde la gente baila y se divierte.
La primera gran diferencia es que sí te citan a las cuatro con treinta minutos tienes que estar a esa hora y ya. Aunque Mamá Gallina se haya presentado diez minutos tarde en la cena de ensayo ya comentada anteriormente, eso no quiere decir que en la boda íbamos a hacer lo mismo, porque seguía vigente el marcial toque de queda.
La boda de pollito fue en el hermosísimo Golden Gate Park a la hora mencionada. Ahí llegamos vestidos, bañados y perjumados puntualitos. La ceremonia se llevaría a cabo en un paraje arbolado donde ya estaban dispuestas las sillas y la mesa con el chupe; mismo que como se nos informó, sería para después de la esperada unión.
De entrada la sentada con los gringos en la ceremonia es todo un arte. La familia de la novia de este lado y la del novio del otro. Luego viene la pesadilla logística que implica sentar a una All United States Family; iba a decir All American pero ya expliqué mi convicción de que para mi no es así.
Una AUSF (para abreviar…) se compone de los papás de los novios y sus respectivos esposos(as) o novios(as); los hermanos y medios hermanos se sientan dependiendo de sí el papá o mamá están más cercanos en la línea del parentesco con los novios. Sí es así lo sientan más cerquita y sí no en algún rinconcito sobre un hormiguero.
Desde luego los papás y sus parejas tienen a su vez padres (o la mayoría… porque algunos no tienen madre) que también participan en el acto y hay que sentarlos “asegún”. Los primos, tíos y amigos ya los sientan como caigan, pero eso si, del lado que les toca.
En la boda de Pollito y su galanazo de Serbia la ceremonia fue oficiada por una ministro, que habló de muchas cosas mientras los novios se tomaron de las manos y se miraron con cara de venaditos enamorados durante la hora que duró el acto.
Me siento totalmente incapaz de resumir el discurso de ella en este humilde texto, así que no hablaré de cuando se refirió al amor que se profesaban, de cómo se conocieron, de sus gustos culinarios y de cómo el le ayuda a bajar las tazas de hasta arriba de la alacena a la chaparrita de mi sobrina.
Tampoco de cómo para honrar la herencia mexicana de Pollito se leyó un fabuloso poema de… Pablo Neruda, quien hasta ese día yo pensaba que era chileno.
Luego recordé que para los estadounidenses, todo lo que está debajo de Texas es México y eso incluye desde Guatemala hasta Argentina. Sí acaso reconocen un poco a Brasil, nada más porque hablan otro idioma, pero no están muy seguros. Así de mensos son pero ni modo.
Después la bellísima hermana del novio para honrar su herencia de Serbia, leyó un texto en ese idioma que aunque ninguno le entendimos ni papa, a todos nos pareció maravilloso, así como ella nos parecía maravillosa también; de quien ya no comentaré más porque después del último texto casi me mandan a dormir al parque de enfrente.
Así terminó la hermosa ceremonia con un gran beso (lengua incluida…) de la flamante pareja, quienes se veían estupendos en sus trajes de novios, así como nosotros en los nuestros. Mi esposita estaba radiante enfundada en un vestido negro adornado con una pashmina rosa que la hacía parecer la esposa del embajador de México o sea yo.
Después de una copa de champagne, nos subieron a todos a un camioncito que nos traslado a ese hermoso pueblo llamado Sausalito, cruzando el Golden Gate; quien ahora sí puso de su parte y por primera vez en este viaje, se dejó ver ante los atónitos ojos de los foráneos, mi mamá incluida quien ahí lo vio realmente por primera vez.
Así llegamos a un restaurante en la orilla del mar donde se desarrolló la fiesta de la boda.
Otra de las grandes diferencias en las bodas de “aquí” y las de “allá”, es el rol protagónico que juegan los amigos de los novios, a quienes emparejan de manera que funjan como escolta de los novios. Al momento de entrar al salón son presentados con gran pompa y todos llegan bailando y haciendo piruetas; cosa que a mi más que una boda me pareció la entrada de la serie “Friends” sin la fuente.
Otra de las diferencias importantes es que en Estados Unidos se tiene la costumbre de que el Padrino del Novio, la madrina de la novia y el padre de la misma hablen. Como en estas bodas no hay nada espontáneo y todo está militarmente ensayado los discursos normalmente solo son emotivos para los novios, pero eso no importa porque finalmente es su evento y es para que ellos lo disfruten.
Así después de la cena y con la bahía de San Francisco de fondo inició el baile; mismo que comenzó con las canciones que normalmente en México se ponen al final para después dar pasó solo a música electrónica, la cual a mi no me gusta más de veinte minutos porque después de ese tiempo me empieza a apretar el escroto.
Otra de las cosas que hacen allá es que las bebidas las cobran. En México acabarás empeñando la licuadora o la tele pero todos comen, beben y bailan a costa de los novios. Esta costumbre de cobrar las bebidas, no se llevó a cabo en esta boda y por lo mismo la mayoría de la concurrencia se dejó caer con singular alegría y perdieron la compostura y el glamour cuando la noche aún era joven.
Yo no soy asustado pero la verdad es que varias de las gacelas que bailaban solas en la pista, se levantaban su faldita para abanicarse sus cositas y nos enseñaron todo su tesorito. Así también empezó algo así como un concurso de baile de tubo del que aunque no se premió a nadie, creo que la competencia estuvo muy reñida.
Yo todavía soy joven y lo entiendo, pero nada más veía como a mi papá se le caían los tres pelos que le quedan y mi mamá ponía cara de que estuviera viendo Cinemax ya muy noche.
Sin embargo disfrutamos mucho, la pasamos muy bien, comimos muy rico y bailamos. También convivimos por última vez en este viaje con la familia hasta que el inevitable regreso a altas horas de la noche, nos llevó a nuestro anhelado hotel donde por fin pudimos descansar y alegrarnos por Pollito y su galanazo de Serbia quienes a partir de este día iniciarían un nuevo capítulo en sus vidas en el cual serán muy felices el uno con el otro.
Todos dormimos tranquilos a excepción de mi mamá quien seguro se la pasó buscando en la tele Cinemax.
De dichos, hechos y derechos desechos
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Siempre de los siempres siempres que me recetan un nuevo medicamento
investigo de que va para saber que le meto a mi cuerpo y tener presentes
las consecue...
Hace 2 días
Pues ha sido muy divertida la fiesta parece. Lo de cobrar las bebidas no lo sabía, lo del baile del tubo, je, en Argentina está de moda. Asi que se abanicaban sus cositas jaja, me imagino a la generala poniendo orden. Me has hecho reir. Un abrazo Mc.
ResponderEliminarEstupendo post, sobre todo porque en mi caso nunca estado en una boda USA, como menciona Andrea tampoco sabía que las bebidas las cobraban, que cobrones, será porque en México a la gorra ni quien le corra.
ResponderEliminarSaludos mi wen camarada y ya no charlemos de Serbias porque se arma la guerra nuevamente XD
*Oye ponle una fotillo a los post aunque no sean de la boda pero para que se vea mas adornado XD
¿Se abanicaban sus cositas enseñando su tesorito?
ResponderEliminarEsas son fiestas de casamiento !!!
JAJAJAJA
Espectacular!!!
Me alegro mucho de que lo pasaras bien. Fue un relato bien divertido. Un rampyabrazo.
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