jueves, 8 de octubre de 2009

Solidaridad: Unirse a la Causa de Otros

Hoy me comprometí como parte de una excelente iniciativa, a escribir sobre la Solidaridad. ¿Cómo esperan que le cuente al mundo acerca del inolvidable periplo a San Francisco sí siguen saliendo cosas por escribir?

Primero la conejita que hace su check in a este mundo el día menos pensado; y ahora mi cuatacha Andrea Paparella, los ojos más bellos que leen este virginal blog; me invita a unirme a esta loable iniciativa. Yo con esa habilidad que tengo para subordinarme al sexo femenino, me SOLIDARIZO con ella y con Senovilla creador de la misma, para hablar de este intrincado y esperanzador concepto que es la solidaridá (así dirían algunas personas sin la “d”)

Desafortunadamente la palabra no trae muy buenos recuerdos a los mexicanos en específico, ya que así se llamó el programa que abanderó el sexenio de uno de los presidentes más rateros que hemos tenido.
Recuerdo que mis primeros encuentros con la palabra Solidaridad, se dieron en aquellos comerciales hechos en serie por el gobierno de este innombrable pelón; donde un niño se quejaba amargamente con su papá sobre el hecho de que siempre llegaba a la escuela con los zapatos sucios, porque su calle no estaba pavimentada y con las lluvias se le enlodaban en el camino.

Después salía el mismo niño con su papá dando las gracias al programa Solidaridad por haberles pavimentado su calle y ahora siempre llegaba con los zapatitos limpios.
¡Háganme el C. favor!

Había otro, tal vez el más famoso de estos comerciales, de un muchacho bastante menso el cual llegaba corriendo con un viejito y le decía en su medio español: ¡Don Beto, Don Beto… ya tenemos carretera!
Don Beto en un nostálgico flashback, le recordaba al muchacho (que por cierto se parecía mucho al Güero cuando este era flaco), los trabajos que pasaban yendo y viniendo cuando antes no había una carretera allí en su pueblo, misma que ahora gracias al heroico y desinteresado programa Solidaridad, ya tenían.
Al final al teto del muchacho se le salía una lágrima y Don Beto le decía: ¿Estás llorando? Y el contestaba: No… se me metió una basurita en el ojo.

Cuando pienso en ello no puedo evitar recordar la cantidad de estupideces como esta que he tenido que soportar en mis treinta y un años.

Sin embargo los comerciales dentro de todo tenían un eslogan muy llegador que decía: “Solidaridad: Unirse a la causa de otros”

Al margen de cual fuera la causa a la que nuestro entonces Presidente quisiera unir a los mexicanos en ese tiempo… el slogan por sí solo es poderosísimo.

En este nuevo mundo que hoy nos toca habitar creo que tenemos mucho que aprender de aquella solidaridad que profesaban nuestros abuelos y los abuelos de ellos.
¿Qué nos ha pasado a la humanidad con un concepto tan importante que hemos dejado de profesar?
Vemos en las grandes ciudades que a alguien le da un paro cardiaco en el metro y lo dejan ahí hasta que en la noche el operador le dice: Ya bájese señor, ya se acabó el turno, solo para darse cuenta que el pobre lleva muerto seis horas. Nos hemos vuelto tan apáticos entre nosotros mismos, que a veces nos hacemos de la vista gorda cuando vemos que están robando la casa del vecino solo para no meternos en un problema.
Hace tan solo unas semanas en la estación del metro Balderas de la Ciudad de México, el único de los mil y tantas personas en la estación, que se solidarizó con un policía a quien un loco estaba balaceando, fue un señor.
¿Un señor de entre mil y tantos? Fue el único de toda la bola de miedosos que estaban ahí que se le aventó al tipo y lo golpeo hasta que el que iba armado lo mató.

No puedo evitar preguntarme: ¿Que habría pasado sí el resto se hubieran unido a la causa de este señor y juntos hubiesen desarmado a este soberano pendejo?
Tal vez ese hombre, el único valiente de muchos, hoy estaría vivo disfrutando a sus cinco hijos.

Ese ejemplo es muy duro sin embargo vemos a diario viejitos perdidos, hombres y mujeres que padecen de sus facultades caminando en medio de la calle, jóvenes que no saben ni limpiarse el trasero fumando o bebiendo y no hacemos nada, niños a quienes sabemos que sus padres mandan a la calle a pedir dinero en lugar de enviarlos a la escuela.

Para nuestros abuelos y más atrás, el simple hecho de vivir en una comunidad los volvía plenamente responsables de todo lo que en ella sucedía. Asumían la responsabilidad y se comprometían. No les importaba sí los conocían a todos o no. Eso mis queridos lectores si era solidaridad, eso era unirse realmente a la causa de otros y era buscar el bien común juntos.

¿En que parte del camino perdimos ese espíritu?

Tengo teorías pero la realidad es que no lo se. Lo único que estoy seguro es que nos urge recuperarlo. Pero mientras eso ocurre, solo me queda unirme a la causa de los que piden que hablemos de esto y seguir creyendo que en algún lugar del mundo existe la solidaridad y que va más allá de una carretera nueva y de zapatos enlodados.

4 comentarios:

  1. Si, va más allá. Desgraciadamente el mundo en el que vivimos está minando nuestros valores, pero con un pequeño gesto vale, como éste, un escrito más hablando de ella. A esta altura para mi solidaridad es intentar transmitir energía positiva a los que me rodean, es cuidar de la gente, ofrecer una sonrisa, y regalar mi tiempo a quién lo necesite. gracias por unirte a la iniciativa y por dar tu punto de vista, si hay una cosa que me gusta del mundo de los bloggers es que no existen las fronteras, los países se han vuelto amigos y hermanos. Un abrazo muy fuerte Mc.

    ResponderEliminar
  2. Gracias por tus aportes y espero que muchos más os lean cuando estén todos los enlaces disponibles, mereció la pena difundir y animar a los amigos a participar.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. hola! todavía hoy estoy descubriendo artículos sobre la solidaridad. 153 se han enlazado en total. gracias por estar, por escribir y por sumar el pasado día 8.

    un abrazo desde este lado del atlántico!!!

    ResponderEliminar
  4. Yo también escribí en su momento sobre la solidaridad, pero mi visión fue un poco más desenfada.
    Un rampyabrazo.

    ResponderEliminar

Tus comentarios son muy importantes y me llenan de alegría.
Por favor siéntete libre de escribir lo que quieras.

Contador de Visitantes