domingo, 28 de junio de 2009

Políticos con Ubicuidad

Estoy tan cansado de los políticos de este país.
Esta última campaña electoral ha sido la más desesperanzadora que yo recuerdo en mi corta vida. Bueno… no tan corta.
Los candidatos a gobernadores, alcaldes, diputados, regidores, cocineros, lavacoches, vienes vienes, puesteros, meseros etc. han librado una encarnizada batalla por ganar las preferencias del escéptico electorado que como el chinito… “Nomás milando”.

¿Pues que se están creyendo estos babosos?
La palabra suena fuerte y créanme, esa es la menos altisonante que se me ocurrió.
Que por sí fuera poco de todo el mal que nos han hecho encima de eso los ciudadanos estamos ávidos de ver sus malditas caras regadas por todas nuestras ciudades.

¡PUES NO! – increpó el aprendiz de escritor que esto redacta.

No hay un solo lugar en el que nos podamos sentir a salvo de ellos.
Vas en el carro y parece concurso de ver quien es que mejor posa para sus espectaculares, pendones, cartelones y demás publicidad agresiva a la retina pero sobretodo al intelecto.
Sigues en tu carro como si nada hubiera pasado y te salen trecientos “voluntarios” con pancartas, calcomanías y demás objetos a lanzarse cual kamikases sobre los coches de los asustados conductores.

Decides ir al cine para por fin esconderte de los políticos porque: ¿Quién puede llegar al cine a pedirte tu voto para alguien no?
¡¡¡AH NO!!! (Es una interjección no una referencia a ninguna parte del cuerpo)

También en el cine te tienes que chutar los innumerables spots de nuestros laureados candidatos donde todos prometen y prometen. Algunos desde la azotea de un alto edificio, otros con propuestas escabrosas que solo incitan a la imaginación y le permiten a un partido más o menos pequeño y más o menos partido, figurar como una opción alternativa y verde; y otros con ridículos comerciales que ponen al candidato en una suerte de versión pixeleada de Nintendo 64.

El cine… ese santuario intocable con fines catárticos pasa a ser entonces un templo del mal donde se conjuran primero los políticos y sus promesas y después los gurús del diseño de imagen con sus geniales ideas.

Pues después de todo este sainete solo queda tu casa para escapar de todo ese carnaval de promesas pero entonces cuando llegas a ella y te tiras en calzones a ver un DVD (la tele no por obvias razones…) llega el candidato a tu casa ¡Y TOCA!

Ahí bajas en calzones a recibir a la candidata toda sudada por que se echó a patín las cuatro cuadras previas a que te regale vasitos, saleros, rastrillos (eso me dio mi candidata, yo creo que me vio muy barbón) o cualquier chuchería que algún proveedor agradecido haya regalado al partido previamente.
A lo largo de mi vida solo han llegado políticos a mi casa cuando quieren mi voto. Pero nunca se les ha ocurrido venir cuando ya están en el cargo, nada más a ver que se me ofrece. Ahí si que me orine un perro.

Porque aunque no lo crean yo pertenezco a esa extraña minoría de este país que paga impuestos; o sea que le pago el sueldo a los funcionarios públicos, o sea que sí yo les pago soy algo así como su patrón; en está utópica línea de pensamiento entonces ya entrado en funciones de mi cargo, lo siguiente sería decirle a mis subalternos (o colaboradores para que no se oiga tan pinche) que es lo que deben de hacer.
Entonces mis órdenes en este momento son:
1.- De entrada no tengo porque estar viendo sus caras por toda la ciudad, manteles, papeletas, ceniceros, camisetas, anuncios de tele, de cine, Internet etc.
2.- Tengo la fantasía sexual de que un día dejen de prometer y se pongan a trabajar.
3.- No me interesa saber sí el otro candidato es un zonso(a) que ha hecho y deshecho (bueno sí me interesa pero no escucharlo de ustedes) lo que me importa es saber como van a lograr lo que plantean y cuando lo van a hacer; para yo poder tomar la difícil decisión de sí quiero o no se me da la gana que ocupen el puesto por el que se están arrastrando.

Creo que no es tan difícil de entender.
Safe Creative #0909124502837

2 comentarios:

  1. Hola, Mcrow, en todas partes cuecen habas. Si yo te contara de mi país...
    Pero parece que la mierda abunda en todas partes.
    Un rampyabrazo.

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