En el año de mil novecientos noventa, mi familia y yo nos mudamos de regreso a la ciudad de Monterrey. Habíamos vivido seis años en Guadalajara y regresamos a esta ciudad de las montañas con la inevitable nostalgia de una mudanza.Llegamos iniciando el verano y las vacaciones sin amigos y listos para morirnos de aburrimiento hasta que empezara la escuela.
En aquel verano se estrenó la (hoy me doy cuenta) malísima película de “Las Tortugas Ninja”, misma que acudí a ver con mi papá a un cine que hoy ya ni existe.
En aquel entonces quedé fascinado por esos personajes; por lo que como buen niño/puberto, el siguiente paso lógico fue el de hacerme de cuatro tortugas como mascotas.Fui a una tienda de animales y compré a las tortuguitas que entonces eran chiquitas chiquitas.Mi papá que siempre ha tenido alma de niño, no tardó en subirse a ese carrito y compró pecera, arena, piedras, filtro y todas las cosas necesarias para alojar a los cuatro reptiles en la casa, con el infaltable grito en el cielo de mi mamá.
Así estuvieron las cuatro en la casa durante algunos años. Primero en su pecera que conforme fueron creciendo se volvió insuficiente y hubo que comprar una más grande.Nos mudamos de nuevo a otra casa en Monterrey y las tortugas nos acompañaron hasta ella. Luego me fui a vivir a otra ciudad, me casé y las tortugas fueron heredadas a mi papá que tanto las quería.
En este punto estoy empezando a ser sarcástico; la verdad es que mi papá ya no las quería nadita. Así que los tres años y medio que estuve fuera de Monterrey, cada vez que hablaba con el o regresaba de visita, venía el infaltable reclamo por las non-gratas tortugas.
¿Te vas a llevar a tus tortugas? No. ¿Por qué no? ¿Como me las voy a llevar en el carro ocho horas? se van a morir. Ya estará de Díos – decía mi simpático papá- ¿Cómo que ya estará de Díos… que te pasa? ¡Esas tortugas son una reliquia familiar! Sí… son una reliquia familiar que estoy a punto de ir a tirar en el primer charco que encuentre. ¡Pues no me las llevo! ¡Pues sí te las llevas! ¡Que no! ¡Las voy a regalar! No te atreves. Ya verás que sí.El tiempo me dio la razón y nunca las regaló. Mi papá es chacharero y nunca se deshace de nada. Es capaz de guardar una servilleta de un restaurante donde comió en mil novecientos sesenta y tres y no tirarla por nada del mundo. ¿Cómo se iba a desentender de los indefensos reptiles?
Desde luego cuando regresé a Monterrey, el primer reclamo fue: Ya regresaste… llévate a tus tortugas. La verdad es que yo hice que la virgen me hablaba, hasta un día en el cual noté que efectivamente sí las iba a ir a dejar a algún lado y entonces salte a defenderlas. Las eché en su alberquita, las subí a mi carro y las traje a la casa, ante la mirada cómplice de mi consorte; con la firme decisión de buscar un gran lugar para irlas a dejar y que vivieran felices para siempre, sin que ese lugar fuese necesariamente un charco cualquiera.
Olvidé mencionar que antes de que eso pasara, durante mi ausencia en Monterrey, una de las tortugas había fallecido por circunstancias todavía hoy en investigación, por lo que solo quedaban tres.
La verdad es que mi dulce esposa es un pan de Dios y tiene comprobada debilidad por los animales y nunca nos deshicimos de ellas. Eso si, no las agarra por que le da asquito; pero la verdad es que llegaron para quedarse.
Algunos meses después, una de ellas como diría Alberto Cortéz, “se bebió de golpe todas las estrellas, se quedó dormida y ya no despertó”.Le dí cristiana sepultura en mi parque de enfrente y solo quedaron dos.
Ayer por la tarde, un año después de que su hermano diera el último respiro; Donatello, la más grande de todas y que en mis años en la universidad se volviera muy famosa por una fantástica fotografía que le tomé para una tarea; también entregó el equipo y se fue al cielo de las tortugas, que más que cielo me imagino es un estanque muy grande.
Donatello nos deja a unos meses de cumplir sus veinte años. Su hermano Leonardo, es el último de ese tortuguesco clan y hoy nada tranquilamente en las frías aguas de su alberquita; frías por el frío y más frías por su soledad.
A Leonardo no le importa. Las tortugas son seres solitarios y entienden perfectamente el ciclo de la vida; saben muy bien que uno nace, crece, a veces se reproduce y luego muere.
Yo que no soy más que un hombre, no puedo evitar sentirme triste por su partida; porqué hace sentir a mi infancia como un lejano recuerdo del que no quiero soltarme.Leonardo se queda conmigo porque se queda y adonde vayamos la Generala, Joey y yo, ahí irá Leonardo también. Por lo menos hasta que la vida decida quitarme ese último pedazo de mis años mozos.
De dichos, hechos y derechos desechos
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Siempre de los siempres siempres que me recetan un nuevo medicamento
investigo de que va para saber que le meto a mi cuerpo y tener presentes
las consecue...
Hace 3 días
ufff sabes sentí tu nostalgia quizás no es lo usual tener tortugas sino perros en mi caso fue así al menos … pero cuando se tiene una mascota se crea un vinculo muy fuerte al cuidarlas día a día …son como tu bien dices parte de tu afecto… de tu historia…me gusto leerte …besos para ti y para tu familia…
ResponderEliminarHola, Mcrow, creo que tu padre es como el mío. Le sirve absolutamente todo y guarda absolutamente todo. Nosotros le regalamos a nuestro sobrino una tortuga y éste dice que la tortuga le ha dicho que está aburrida y quiere formar una familia.
ResponderEliminarY todo esto te lo dice un chaval que tiene siete años. Qué imaginación, oye.
Un rampyabrazo y feliz día.
tortugas! he sabido criar varias ... la última que tuvimos con mis pequeños terroristas fue regalada a su tiempo, antes de que saliera volando con su olor a podrido por la ventana
ResponderEliminarSaludos!
Hola Mcrow!! Entiendo tu nostalgia. las pobres representaban una época hermosa. Pero te queda una, un hilillo del pasado.
ResponderEliminarBesossss
Hola...
ResponderEliminar20 años... wow, si que las han sabido atender. Anímate, a mi no me han durado tanto tiempo.. una se escapó y la encontré abajo del sillón boca arriba... y la otra ya no volvió.
Saludos
¡Cosa bonita de relato!
ResponderEliminarCuida de Leonardo,y cuida de la Generala para que siga cuidando a Leonardo.
¡Qué bien escribes, joío!
Bastante tiempo compadre, 20 añotes le falta poco para graduarse de la universidad.
ResponderEliminarDeberías comprarle otra tortugita no más para no se sienta tan solo, despues llevale a tu Señor Padre la tortugita y dile "dio a luz y es un varón".
XD Saludos mi estimado
Los animales cuando pasan tiempo con uno llegan a ser un miembro mas de la familia y claro se apena uno por su muerte..un buen post relatado con mucha ternura amigo...un abrazo...
ResponderEliminarMi querido Mcrow, no sabes que tristeza me da saber del eterno descanso de Donatello pero piensa que solo se nos adelanto un poco en el camino, todos vamos para alla...eso es seguro
ResponderEliminarOye, no sé hasta qué punto estabas de chanza.
ResponderEliminarPero no dudes en escribirme un mail privado (está en el perfil) cada vez que necesites una traducción ´mejicano-andalú´.
Sé que a veces no debes entender ni de la misa la mitad.
Un beso a todo el "cuartel" de esta casa.