martes, 25 de mayo de 2010

El Via Crucis de la Generala

La Generala fue y vino del quirófano con gran éxito.
Entró en las endemoniadas fauces del lobo y salió sólo con unas mordiditas que le hicieron los mandados.

El sábado quince, como ya estaba estipulado; mi esposita se levantó a la siempre inoportuna hora de las cinco y media de la mañana, para bañarse, maquillarse un poquito, plancharse el pelo e irnos.
Yo no entiendo a mi esposa que, como seguramente muchas mujeres lo hacen, se peina para entrar al quirófano. Los hombres (o por lo menos este hombre) no comprenderemos nunca cosas tan ridículas como esa.
Pues así muy linda y muy planchada, la llevé hasta esa casa de la risa, que en realidad es un hospital “para la mujer”, donde luego de una rápida admisión, la treparon a una silla de ruedas y la llevaron al preoperatorio.
Casi una hora después, entré a verla ya en su camilla y con su batita, sólo para desearle suerte en tan arriesgada empresa.
Debo confesar, que la calma de la Generala, era perturbadora.

Así la vi irse rodando, empujada por dos enfermeras y así me quedé en la sala de espera haciendo lo propio con una variopinta concurrencia de familiares.
Ahí estaban mis suegros, unas tías de mi consorte y la Crayola con el Pelón.

La hora y media en que estaba prevista la cirugía, transcurrió en una relativa calma por parte del contingente.
Cuando se cumplieron las dos horas en el quirófano, este que escribe, comenzó a impacientarse y preocuparse, porque ya estaba demorando más de lo previsto.

Me acerqué al módulo de información, que resultó ser el menos informado, para preguntar sobre el estado de “my love”.
Me hicieron saber que la Generala seguía en cirugía, pero que me mandaba decir el anestesista que todo iba muy bien. También me mandó felicitar porque en sus años de carrera en esa noble profesión de dormir gente, nunca había visto una paciente mejor peinada.

Cuando se cumplieron las dos horas y media, me mandó llamar la doctora para informarme el resultado de la cirugía.
Mi suegra, como buena madre mexicana, me acompañó inopinadamente, para escuchar también.

Los quince segundos que se demoró la ginecóloga en contestar mi pregunta de cómo había salido la cirugía, por estar saludando a mi suegra, se me hicieron eternos.
La intervención había sido muy exitosa y a la par nos mostró el tremendo mioma maldito, que había acampado en el vientre de mi Emperatriz.

Cuando lo vi casi me desmayo y dejé de escuchar a la doctora, ante la imposibilidad de poder quitar la mirada de la tremenda pelota de golf, que le habían quitado a aquella. ¡No era para menos!, ese mioma estaba igualito a la señorita que nos atendió en admisión, así que dejé de hacerle caso a la galena, pero te puedo decir querido lector que todo salió bien y ya.

Un par de horas después, sacaron a la Generala de la temible sala de recuperación que, hay que decirlo, es peor que la cirugía; y ahí venía mi amada (todavía muy peinada, pese a la faena) agitando los brazos como si le acabara de anotar un gol al Barcelona. Eso si… muy acostadita en su camilla.

Las tres noches en el hospital, yo me la pasé yendo y viniendo a lugares sin mucha importancia. Iba a desayunar, luego regresaba. Iba a comer, luego regresaba. Me iba a mi casa a reposar un par de horas, para luego regresar a dormir en un amable sillón, que debo decir, se comportó a la altura de las circunstancias.

A lo largo de las tres largas jornadas, debo decir que mi primera dama se comportó como toda una heroína y al día siguiente, ya estaba paradita al lado de su cama.
El desfile de familiares y amigos, no paró prácticamente en todos los días, así como las llamadas de nuestros seres queridos que están lejos. Todos ellos preocupados por la salud de mi esposita, hasta el día de hoy.

A todos ustedes que estuvieron al pendiente y que a través de sus comentarios en este virginal blog, Facebook y Twitter, nos dieron ánimos… gracias.
También a todos los que llamaron desde la lejanía… gracias.
La paciente Generala con su estoico peinado, les agradece a todos por sus buenos deseos.
Yo también, a falta de mejores palabras… ¡Gracias totales!

6 comentarios:

  1. Hola Mcrow!!Me alegro muchísimo que todo haya salido bien amigo!! Entiendo el peinado de tu esposa yo soy igual, siempre bañadita, peinada y maquillada, hasta en el quirófano!! Besos a ella y que siga mejorándose.
    Besossssss

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  2. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  3. Una disculpa a la audiencia.
    No suelo borrar los comentarios de mi blog.
    Pero el anterior ponía en peligro mi identidad secreta.
    Como sea Clara, agradezco tus buenos deseos y bendiones.
    A ti también mi querida Gaby.
    Un abrazo

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  4. Un gusto saber que todo salió bien.


    Un abrazo.

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  5. Eres un sol de compañero para tu generala felicítamela de mi parte…soy feliz que todo haya salido bien…y que se mantenga por tanto tiempo el peinado luego pasa el secreto…tu como siempre tan ocurrente me haces reír …bendiciones para todos y mi cariño siempre …besos

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