domingo, 17 de octubre de 2010

De Paseo

Voy volando de regreso a mi casita, después de dos largos días en mi otra casa que es la siempre hospitalaria ciudad de Celaya.
Creo que no te lo he dicho nunca querido lector, pero debes saber que yo viví en esta urbe del estado de Guanajuato. ¿Por qué? Eso no tiene la menor importancia.
Sirva decir que conozco esta ciudad como la palma de mi mano y que cuando llego a ella, a pesar de que esté bastante alejada de la mano de Dios, siento que llego a mi segunda casa.
Tal vez algún celayense de esos muy dignos que me pueda leer, pensara refrescármela en varias ocasiones por lo que acabo de decir de su ciudad; sin embargo, se que muy dentro de su corazón, sabrá que tengo razón.
Celaya ha sido una ciudad célebre por su historia, sus batallas y los héroes que por ahí pasaron. Tan celebre ha sido que a veces pareciera que han decidido mantenerla en las mismas condiciones.
Pero eso no es lo importante, ya que como dirían las grandes empresas: Lo más importante es su gente. Me puedo jactar que en mi paso por esta ciudad, he tenido el privilegio de cosechar grandes amigos y dejar que ellos me cosecharan a mí también.
Por eso, siempre será para mi un gusto llegar a esta “Puerta del Bajío”.
¡Pero nunca levantándome a las cuatro de la mañana!

Las cuatro de la mañana es una hora tan fastidiosa y molesta, que debería de quedar anulada de todos los relojes. Se me ocurre que directamente de las tres a las cinco de la mañana, fuese decretado un tiempo de penumbra, que por su fatalidad, ni siquiera debería de nombrarse.
Pues a esa infausta hora, este querido bohemio, se paró y por motivos que sólo puedo atribuírselos a las artes obscuras, logré introducir mi bien formado y trabajado cuerpo a la regadera. Ni siquiera la tibia agua que caía en esa muy fresca mañana de octubre, me alegró lo suficiente, para hacerme a la idea de partir en mi viaje de trabajo.
A todo esto habría que agregar el martirio de hacer esto en lunes por la mañana. ¡No es de Dios!
Pues así en calidad de zombie envidiado hasta por el mismísimo George E. Romero, abordé el taxi y llegué a la bonita y nueva de paquete, terminal B del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de Monterrey. ¡Oye que bonita terminal! De verdad que no tenemos nada que pedirle a ninguna otra del mundo. Así subí las escaleras, pasé unas salas muy hermosas, llenas de gente más hermosa aún, que esperaban con cara de tlacoyo su avión. Entonces empecé a notar que mi sala estaba más lejos y más lejos. Terminó el pasillo y me bajaron por unas escaleras eléctricas a unas salas no tan bonitas, llena de gente menos bonita que la de arriba, de donde supongo salen los vuelos a los destinos no tan bonitos, como es el ya comentado caso de Celaya.
Eso si… la gente en punto de las seis de la mañana también con su cara de tlacoyo igual que los de arriba.

Después de que nos introdujeron por un lugar horrible que me recordó a Auschwitz, nos treparon en el minúsculo avión de Aeroméxico Connect, en el cual un azteca promedio va muy cómodo, pero yo con mi nórdico metro ochenta, tengo que ladear la cabeza para no darme un mulazo contra el techo. Los asientos para mi son un martirio chino, quedo tan empotradito en ellos, que juro que no es necesario el cinturón de seguridad. Ni el más violento de los accidentes aéreos, sería capaz de sacarme de ahí.

Con estos contratiempos y mucho… mucho sueño, la emprendí hacia el aeropuerto de Querétaro. Lo único que me sacó de mis profundas meditaciones a ojos cerrados, fue el golpe del tren de aterrizaje con el concreto de la pista.

Mis cosas de trabajo en Celaya salieron muy bien. La cena en el Caserío me salió mejor. Al día siguiente nos llevaron al pueblo más hermoso de México que no es otro que San Miguel de Allende. O en tiempos de Allende… San Miguel el Grande. Allá fuimos.

A San Miguel de Allende se llega de Celaya, por una carreterita que por esas cosas del destino, la están remodelando. Yo pensé que el trayecto iba a estar horrible, pero estuvo espantoso. Creo que ni cuando el cura Hidalgo transitó la zona con todas sus hordas de insurgentes, la pasaron tan mal como nosotros en ese tramo. Ni siquiera la extraordinaria cena, ni la inigualable compañía, pudieron alejar de mi mente el regreso a Celaya por ese inenarrable paso de la muerte.

Al día siguiente nos llevaron a la exposición Bicentenario que está muy cerca de Guanajuato. En Silao para ser exactos. Me cuentan que esta exposición se abrió por el tan mencionado tema del centenario y el bicentenario. La verdad es que tanto la museografía, como lo que tienen en exposición es muy interesante. Lo que es ofensivo, son los imbéciles que han puesto ahí para dar los recorridos a la gente.
Habrá que ser muy franco en lo siguiente: Ya tenemos suficiente los mexicanos con no conocer la magnífica y riquísima historia de nuestro país, como para que estos borricos vengan a empeorar todo con sus inútiles explicaciones sobre como se desarrollaron los eventos que condujeron a la formación de este país.
Gracias a la explicación de estos badulaques, ahora pienso que el grito de independencia, lo dio en realidad, un mamut bebe que guardan ahí.

Ya ubicado en mi avión, me toca al lado de una mujer de mi edad muy guapa. Digo Buenas tardes educado como soy, me mira de arriba abajo y se voltea. No la culpo. Seguro con lo guapa que está, todo mundo se le lanza en los aviones. Lo que desconoce la diva de Silao, es que yo no me le estaba lanzando. Solo la saludé porque soy educado y guapachoso.

Saco mi computadora para empezar a escribir esta noble aportación a la literatura novohispana y a los pocos minutos, la chica empieza a roncar como trailer en subida. En eso debo reconocer que si es de mi tipo. Minutos más tarde la mujer está casi recargada en quien esto escribe y llenándome de baba la manga de la camisa.
Cosas del destino.

5 comentarios:

  1. Años y años que no voy por allá. Lo bueno que te sentaste junto a una roncadora en el avión, una vez a mi me toco con un señor obeso, él del lado de pasilloy yo enmedio, también roncaba y no me dejaba leer mi libro.

    De maldad y para igualar circunstancias junto con el, cada 15 minutos lo despertaba con pretexto para ir al baño. XD no me dejo leer y yo tampoco lo deje dormir comodamente.

    A la compañera de asiento le hubieras tomado una foto o video XD

    Saludos compadre

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  2. Deberían abolir las 4 de la mañana, porque a esa hora se aparece el diablo y me asusta jeje.


    Te hubieras movido para que la gorda no te babeara, cada rato podrías moverte para que se te quitara de encima.


    Saludos.

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  3. Hola, Mcrow, menuda hora para empezar el día. Muy divertido el relato de tus hechos. Bonita forma de empezar el día.
    Recibe un abrazo enorme
    Rampy

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  4. Jajajaja gracias a dios existes tu...me rio un montón de cómo relatas tus anécdotas ...no conozco los lugares que menciones solo los he escuchado ...pero es que apenas llevo un año en México ...es tal como tú dices esos vuelos son horribles y bueno esto “la chica empieza a roncar como tráiler en subida” jajajaja ...besos a ti y a la generala

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  5. Llegu'e a tu blog buscando en google "cara de tlacoyo", estoy sumamente intrigada jajajaja.

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