sábado, 6 de noviembre de 2010

El Cantar de Cancún II


Sobre cómo los hoteles “Todo Incluido”, te hacen parecer que no estás de vacaciones.

Cuando llegamos a la que sería nuestra casa los siguientes seis días con cinco noches, nos recibió otro masiosare para echarnos el segundo sermón del día, que se llamó: Carta a los peregrinos, del libro de los hoteleros versículo IV.
Me sentí como cuando llegan los presos a la cárcel o a un infernal campo de concentración.
El masiosare recita: En este hotel es necesario usar este brazalete. ¡Ni maiz!… ¡así les dijeron a los judíos y mira como les fue! Pues si no se lo pone, no tendrá derecho a las maravillas de nuestro hotel. ¿Cómo cuales? Las comidas. La comida es un derecho y no se le niega a nadie y menos a los que comemos tan bien como yo. Pues si no se lo pone, no come y no bebe. Me lo pongo entonces -Hay que reconocer que el tipo era persuasivo. ¿Y si quiero pasear en Jetski? Eso cuesta. ¿No que era todo incluido? Si pero eso no. Entonces deberían llamarse Hoteles Todo Incluido, menos Jetskis. Ya déme mi habitación. –Pido enojado. Ahorita no tenemos. ¿Cómo que no tienen habitaciones? Es que se entregan a la una. Falta un cuarto. En un cuarto tendrá su cuarto. ¡Ay no me joda por favor! Veré que puedo hacer para darle algo. Por favor que sea con vista al mar y de fumar. No tenemos. ¿Con vista al mar o de fumar? De las dos. ¿Cómo que no tienen? En todo este hotel no se puede fumar y las habitaciones con vista al mar, tengo que revisar algunas cosas, mover algunas influencias, jalar algunas palancas, mandar unos correos y ya veremos. Se fue y regreso. Con la novedad de que si tenemos con vista al mar. ¡Vaya! Pero ni se le ocurra fumar ahí. No lo haré. Ni en el balcón. ¿Cómo que no en el balcón? Le podría molestar a los vecinos. Si les molesta que le llamen y me lo deja saber. De acuerdo.

Por fin nos dieron nuestro cuarto y varias horas después nos trajeron el equipaje, mismo que no nos habían dejado subir, porque ellos lo harían rapidísimo. Una nota a pie de página, los hoteles “Todo Incluido”, tampoco incluyen la velocidad.
Yo creo que la Generala y el de la pluma, ya somos tan famosos en el mundo (y en Cancún), que todos tienen el propósito de conocernos. Supongo también que seguramente no les caemos muy bien, porqué hemos sido víctimas de las más viles groserías. Desde que la regadera no funcionara bien, que la mesa donde escribo sea una bailarina de flamenco y que ni siquiera nos hayan puesto una colcha en nuestra cama. Después de varios quejidos y mugidos, vinieron arreglaron todo y se fueron.

El estúpido sistema de este hotel no ha entendido que yo vengo de vacaciones. Si quieres ir a cenar a uno de sus restaurantes, hay que reservar. Si te apetece usar el sauna y el jacuzzi, hay que reservar. Si quieres ir a un show, también hay que reservar.
Querido lector, déjame explicarte mi enojo. Reservar significa planear. Planear en vacaciones está bien pienso yo, cuando uno va a Europa o al Círculo Ártico; pero si uno viene a la playa no quiere hacer eso. En mi rutina habitual siempre estoy planeando. Los pagos de la casa, tal o cual proyecto, cena con la familia y amigos, juntas, citas y un largo, larguísimo etcétera. Cuando vengo a un lugar como Cancún, lo que menos quiero es que me estén correteando, planificando y teniendo citas y compromisos. El precio es que te quedas como ostra sin ir a cenar a un lugar bonito o de hacer alguna actividad relajante, que como se tiene que planear y estar a tiempo, pierde lo relajante.

Otra cosa de los hoteles “Todo incluido”, es que ni remotamente incluyen el servicio. Todo lo tienes que hacer tu mismo. Vas y te sirves de comer y si quieres algo de tomar y vas por el. Si necesitas un cubierto se lo pides al mesero y te dice: Están allá joven, párese por favor, ¿no ve que estoy trabajando? Si necesitas una toalla vas por ella y no te ponen a lavar tu plato por que ya sería mucho.

Sin embargo ya aquí estamos y estamos bien. Cancún es precioso y el mar que lo baña no tiene igual. El suave sonido de las olas del mar y la brisa tropical, me hacen sentir vivo y recordar cosas que ni siquiera sabía que sabía.
Ya la Generala y su servilleta asolean sus carnes tranquilamente en esta playa. O al menos lo hago yo; ella mienta madres de que viene con traje de baño completo por que según ella está gorda y al resto de orcas marinas que ahí se asolean, les vale un comino y usan bikini. Unas, solo monokini. Cosas de mujeres.

Por lo pronto me voy a asolear, pero en la siguiente entrega, te voy a platicar sobre como de la noche a la mañana, me volví un experimentado buzo, además de la incomparable experiencia de sumergirme en las profundidades y contemplar las maravillas escondidas de este Caribe Mexicano, donde me enfrenté a terribles criaturas marinas.

5 comentarios:

  1. Hola, Mcrow, has hecho un auténtico retrato de lo que significa los hoteles. Me he reído mucho ( de tu relato y contigo, que nunca DE TI, es completamente diferente).
    Y espero con ansiedad la próxima entrega de este interesante serial.
    Un abrazo
    PS. Has pensado alguna vez en sacar un libro? Tienes madera de escritor.

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  2. ¡Fotos!
    ¡Fotos!
    ¡Fotos!, ¿va haber fotos?.

    Me gusta como va la aventura, dile a la Generala que no se preocupe por verse mal con bikini, nadie se fija y si tu no le dices nada no hay porque preocuparse. Es más mientras ella se sienta bien lo demás debe valerse sorbete je. Además cuando quede embarazada no le va importar estar gorda.

    Sigan disfrutando mucho y seguimos esperando la siguiente entrega de esta aventura.

    Abrazo.

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  3. No me molesta nada de lo que tu hagas Mcrow. Gracias por compartir mis vivencias.

    Un abrazo fuerte.

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  4. ¿Porqué no puedo comentar en el post de hoy?.

    :(

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