domingo, 6 de marzo de 2011

La Fiesta Sorpresa

Pero que difícil es darle una sorpresa a alguien. Ya te cuento querido lector.
Resulta que Papá Mcrow, ha llegado a la definitiva edad de los sesenta años. Lo cual para la vida que ha llevado, es como si cualquiera de nosotros llegara a los ciento diez.
Desde luego que tan poco probable acontecimiento, había que celebrarlo con bombo y platillo. Entonces, la Crayola Embarazada, puso manos y patas a la obra. Yo, que como bien se sabe, soy una cobija muy miada, anticipé lo peor. Con esa sagacidad que me caracteriza, capoteé hasta el límite de mis fuerzas cualquier responsabilidad que se me fuese a asignar.

Como ya se sabe con la Crayola, nada es muy poco y todo nunca es suficiente. Así que empezaron los jaloneos para que me involucrara en algo más que pagar.
Así fue como acabamos los Cuatro Fantásticos, haciendo las compras para la consagrada celebración. Encabezaba nuestro grupo, la Crayola en su papel de la Antorcha Humana. A la primera cosa que le decíamos y no le gustaba solo le faltaba gritar: ¡Llamas a mi!. Acompañando a su mujer, venía mi cuñado el Pelón en su papel de la Mole, con una coraza tan gruesa, que le permite vivir con mi hermana sin que le pase nada. La Generala en uno de los flancos como la Mujer Invisible por obvias e inteligentes razones. Cerrando el heroico cuarteto, su servilleta como el Hombre Elástico, con poderes tan útiles como la flexibilidad.

Tengo que aceptar que solo fueron tres horas de involucramiento y ya con eso le di de comer a la fiera, que no me volvió a pedir que me involucrara en nada.
Cuando se enojaba porque a todo le decía que si, entonces escogía el más tonto de los tópicos para discutirle. Como por ejemplo el confeti.
Claro que en lo poco que le discutía, me mandaba a la fregada y se hacía lo que ella decía. Usé estas planeadas batallas, para librarme de una peor, que es la de que no me importaba si el mantel era amarillo o color malva. Sea como sea el color malva, porque para ser sincero, no tengo la más mínima idea.
Estas tremendas habilidades, no son fáciles de adquirir. Si algún lector varón, se pregunta en este momento como me volví tan sabio, solo les diré que estos magníficos dones, requieren que uno se case por lo menos una vez. Después de esta cápsula informativa, regreso a mi relato.

Lo peor de todo fue cuando la Crayola Embarazada (ese será su apodo hasta que de a luz), tuvo la pavorosa idea, de que la fiesta de sesenta años de mi papá, debería, por disposición oficial, ser sorpresa. Ahí fue cuando se me enchinó el cuero y temí lo peor.

Papá Mcrow es un tipo con el alma libre y el corazón contento, pero también con una extraordinaria habilidad para decir que no a casi cualquier cosa. Al igual que su hija, puede tener el peor de los humores y no responderle a nadie más que a si mismo. En resumen, estaba yo entre una lucha de voluntades de la que lo único que acerté a hacer, fue apartarme.

En esta ocasión la que no fue un problema, fue mi sacrosanta madre. Quien estaba tan celosa por la fiesta para mi papá, que se mantuvo a prudente distancia. Alguien dígale que el próximo año le toca a ella y ya. También se la organizará su hija con su nieta, pero me negaré a que sea sorpresa.
Mi papá, tradicionalmente cuando se le invita a algún guateque, por procedimiento dice que si. Entonces cuando la Crayola le dijo que habría una pequeña reunión para otra cosa que no era su cumpleaños, ¡Ah pues dijo que no! Que el no iba, no quería hacer nada, que no estuviéramos fregando y luego nos veíamos.
Ya te imaginaras querido lector como se puso La Antorcha Humana (o sea la Crayola). Lo malo es que eso duró una semana. Donde mi papá a veces decía que si iba y a veces decía que no iba al mentado convivio, donde le daríamos la sorpresa por sus sesenta años.

Al final mi mamá logró que accediera, lo arrastraron como perro a la veterinaria, entró a la palapa de Cervecería que se patrocinó el Pelón y se sorprendió con la acalorada ovación que recibió de mucha gente que lo quiere y que ahí se congregó.
Las lágrimas brotaron rápido de su rostro y empezaron los abrazos que duraron algo así como la película del Titanic.
Las lágrimas también brotaron en mis ojos; primero de felicidad por mi papá y que haya llegado hasta sus sesenta y bien; pero principalmente, porque terminara ese suplicio que fue organizarle su cumpleaños.

Se decepcionó un poco cuando le dijimos que aunque estuviéramos en una cervecería, su regalo no sería meterse a nadar a las calderas; pero en general se la pasó muy bien. Nosotros también y así nos regresamos todos a nuestras casas.

5 comentarios:

  1. Es que no podemos leer las mentes... =/




    Saludos

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  2. ay ay ay las fiestas sorpresa pueden causar infartos o al menos taquicardia temporal, ADEMÁS EN LAS CIRCUNSTANCIAS DE UN SESENTÓN cuidado

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  3. No estoy de acuerdo en la manera en la que cuentas las cosas. La gran mayoría de esto no es cierto y me estás levantando falsos!!!!!! Pero hay un Dios!!!!

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  4. jajajajajajajajaja ay dios como los quiero a todos los 4 fantásticos me hacen reír un mundo ...felicidades para el papa que es bendecidos con hijos Maravillosos ...besos de cariño

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  5. Más vale tarde que nunca y con cuatro mese de atraso les deseo a papá Mcrow que se la haya pasado bomba, que la señora crayola haya tenido ya a su crayolita y que tu nos tengas esa sorpresa que todos queremos.

    Un abrazo del uno al nueve o sea sincero.

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