viernes, 24 de julio de 2009

La Marcha de Zacatecas Vol 2

Al día siguiente después de un valiente desayuno en el siempre tradicional Café de La Acrópolis al lado de la que bien podría ser una de las siete maravillas de México y que es nada más ni nada menos que la Catedral. Nos lanzamos a contratar al guía más Sui generis que he tenido. Conocido en el bajo mundo como “Chalío”. Este individuo forma parte de esa mal pagada pero apasionada gente que se dedica a llevar, pasear, traer y aguantar a los turistas. Esos no se andan quejando como los maestros y eso que en sus hombros reposa una de las actividades económicas más importantes de este país.

Pues el Chalío nos llevó y nos trajo, nos paseo, nos recitó, nos enseñó su ciudad y nos aguantó tanto como nosotros a el. Nos explicó desde ese bache que salió en la calle el día anterior por que alguien lo pico, hasta de la legendaria toma de Zacatecas durante la Revolución con algunas licencias históricas que esta suerte de merolico (el Chalío) decidió tomarse.

Recorrimos la renovada y siempre impresionante Mina del Edén que el que no la conozca debe conocerla y el que ya la conozca debe ir de nuez.
Nos subimos al teleférico y volamos por el cielo hasta el cerro de la Bufa. Cerramos con un mezcalito, quesos y dulces en algún local que Chalío nos llevó seguro para sacar una tajada de ate (deliberadamente cambié el postre por parecerme más propio para la ocasión).

Así como vino a nuestras vidas, así se fue el Chalío.
Nos dejó no sin antes recomendarnos una cantina de mala muerte de cuyo nombre no quiero acordarme (diría Cervantes) diciéndonos que: Entre más corriente, más ambiente.
Que razón tienes Chalío, en nuestras mentes y en nuestros corazones llevaremos siempre tus sabias enseñanzas hasta que llegue el día en que nos volvamos a encontrar… ¡Salud!

Después de tan perturbador abandono, la sra. Vacuna quien siempre tiene hambre y está dispuesta a clavarle el diente a algo, empezando por mi gran amigo su esposo; nos condujo a un lugarcillo para que ella comiera y los otros tres la viéramos a la sombra de unas bebidas.
Inmediatamente después abordamos cual forajidos el intento de tranvía de esta gran ciudad.
Tengo que confesar que nunca me imagine el extremo deporte que es subirte al “Turibus” en Zacatecas. En el DF o Monterrey es sabido que subirte a cualquier medio de transporte es un deporte extremo ¿pero en Zacatecas? ¡Oh si! Resulta que el H. Ayuntamiento de Zacatecas ha hecho una gran labor de quitar el cableado de una buena parte del centro histórico. Pero listos como han de ser, seguro pensaron: ¿Oye no estaría padrísimo dejar los cables exactamente a la altura de los cuellos de los pasajeros del tranvía para que mientras les explican el convento de noseque aca y a Juana Gallo allá vayan jugando a que los degollan y electrocutan?
¡Me lleva la que me trajo!

Yo que me subo al tranvía ostentando orgulloso mi 1.80 ¡y que acabo de panza en el piso del tranvía para que no me degolle un cable de teléfono!

Dice la guía: a su derecha tenemos la hermosa fuente de los conquistadores construida en 1946. A la izquierda encontrarán la casa en que vivió el famoso músico tal por cual, delante de ustedes tenemos un cable de 10,000 voltios que viene para acá; tengan la bondad de agacharse para que no les de unos “toquecitos”. ¡A ver usted el del 1.80 tírese al piso que corre más peligro que el resto! Así muy bien… ahora vamos a ver de donde nos visitan…
¡No hay derecho!

Sin embargo eso no le quita lo encantador al recorrido. Sí acaso les quita la cabeza o la vida pero nunca lo encantador.

Jamás me imaginé que en Zacatecas hubiese un museo donde uno pudiera encontrar un par de Dalís y Chagalls, varios Mirós y una excelente colección de dibujos de Goya.
¡Hasta un sarcófago egipcio tienen ahí!
Hablo del Museo Pedro Coronel; quien era hermano de Rafael Coronel (que también tiene su museo) y que era un pintor y coleccionista de arte que al morir lo donó al pueblo de Zacatecas. Y mis zacatecanos queridos como todo lo que tienen lo pusieron bonito y se orgullecen de el.

En la noche misma historia con el recorrido de las leyendas que es muy bueno aunque ahí si prefiero el de Querétaro y que me perdonen los zacatecanos.

En nuestra última noche ahí ya con algo de hambre y queriendo comer otra cosa que no fuera asado de bodas o pozole, nos vimos muy internacionales y cenamos en una bonita tratoria, que realmente lo único bueno que tenía era eso porque la comida yo creo que la hizo alguien que se electrocutó en el tranvía y quería vengarse de sus semejantes.

Al día siguiente después de un frugal desayuno y varios reclamos de mi rey estómago, nos despedimos de nuestros queridos amigos y partimos derecho y sin escalas de regreso a la Sultana, a los calores y a nuestra realidad.
Los días que pasamos allá, lo que comimos, lo que reímos, lo que respiramos pero sobretodo el amable y sincero trato de la gente de Zacatecas, ese se quedará con nosotros siempre y hasta la próxima vez.

Yo solo rezo porque el Chalío no se electrocute en el tranvía.
Safe Creative #0909124502875

1 comentario:

  1. Hola, Mcrow, menos mal que no pasó nada , porque hubiera sido una catástrofe perderte.
    Un rampyabrazo.

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