Las mujeres nunca entenderán que para nosotros los hombres el cambiar la cartera es el fin de toda una era. Salió verso sin esfuerzo. Cuando nosotros comenzamos a utilizar una, es como un matrimonio… hasta que la muerte nos separe.
Las mujeres pueden tener una bolsa y otra bolsa y otra bolsa. Sí van a trabajar es una, sí van con sus amigas es otra, sí van a una boda es otra, sí van a un coctel es otra.
Le son infieles a sus bolsas con los primeros zapatos bonitos de otro color que pasen.
En cambio para los hombres nuestra cartera es sagrada. ¡Yo jamás me cambiaría la cartera ya ande en chanclas o en smoking! Eso a nuestras amadas compañeras les provoca salpullido en las axilas. Cuando te pones de traje, sacas tu mejor corbata con los zapatos más formales que tienes (que normalmente también son solo un par) y te echas a la bolsa de atrás tu amada y desvencijada cartera.
Para nosotros la cartera, ya sea que tenga dinero en ella o no. Es la fuente de todos nuestros poderes. Sí bien esta puede cambiar con el tiempo sí y solo sí ya esté que se parta en pedazos, el contenido amen del dinero es casi siempre el mismo desde que empezamos a utilizar una.
En ella encontrarás cosas tan importantes como las tarjetas de debito o crédito, pero sí vas a esos recovecos convenientemente construidos por los inteligentísimos hacedores de carteras, descubrirás objetos que hasta al más experimentado arqueólogo le harían arquear las cejas. Por ejemplo alguna barajita con una importante figura de nuestra infancia. O una estampita de alguna deidad religiosa. La foto de la persona amada. Alguna foto de nosotros mismos en tiempos mejores, tal vez alguna moneda de la buena suerte, el billete de emergencia en caso de que algo inesperado suceda, una servilleta de cierto lugar que se nos quedó en la memoria, tal vez un escapulario arrugado por ahí, la foto de una exnovia (Díos nos libre de que sea encontrada…) o un billete de otro país que alguien nos obsequio.
Ni siquiera hablaré de esos babosos que se les ocurre meter un preservativo para “uno de esos días”. Solo dejemos que un embarazo no deseado los alcance; para eso si que no son.
Los objetos que hoy los hombres guardamos en la cartera sustituyen a los que guardábamos de niños en alguna caja y que eran nuestros “tesoros”.
Sin embargo lo peculiar de este asunto es guardar tesoros dentro de otro que es la cartera per se.
Una de las cosas que adquirí en mi pasado cruce del charco. Hablo del río Bravo no del Atlántico. Brincos diera yo. Fue nada más ni nada menos que otra cartera.
Para que el público femenino entienda a lo que me refiero, cierren sus ojos por un momento (después de leer esto claro está) e imaginen que hoy tienes que cambiar a tu pareja de años, de la que estás profundamente enamorada por otro nuevo. ¡Ah verdad! Por seductora que parezca la idea en principio, no lo es.
Ya me imagino yendo yo a algún lugar a cambiar a la mía. Para empezar las que de verdad te gustan son exageradamente caras por lo que sí no cuentas con el presupuesto lo mejor es que sigas soñando con ellas. Entonces con base a tu presupuesto lo más probable es que lo que puedes pagar no te guste del todo, porque estás muy enamorado ¿me siguen?
De pronto se puede dar el flechazo con alguna que se acomoda a nuestras necesidades, a nuestro gusto y a nuestro presupuesto. Ya solo estoy hablando de las carteras, no me vayan a querer divorciar después.
A veces pienso que las carteras son como las varitas mágicas de Harry Potter, ellas te escogen a ti. Por eso cuando se da esa ecuación imposible acompañada de esa química es muy importante no dejarla pasar.
Sin embargo retomando el comparativo con la pareja, una vez que pasa ese periodo de cegador enamoramiento es cuando uno empieza a ser conciente de los defectos de lo que uno adquirió.
Esto tiene la sencilla explicación de que después de hacer el ritual de sacar uno a uno tus tesoros para depositarlos cuidadosamente en su nuevo hogar; vas viendo como tu antiguo amor (la cartera) se va quedando vacío y achicopalado, mientras el nuevo se va llenando y deformando. Súbitamente te invade un sentimiento de odio para con el nuevo guardándole el rencor de que estás teniendo que dejar ir al otro para hacer una nueva vida con el.
El proceso de duelo inicia en el momento en que la cartera vieja tiene que irse a la basura por una patraña supersticiosa que dicta: Cartera vieja que no va a la basura… aleja el dinero. Esto creo que si aplica tanto para ellas como para algunas parejas.
Después de los honores fúnebres empieza un proceso de aclimatarse al nuevo accesorio muy parecido al que sucede después del matrimonio. Para no entrar en detalles dejémoslo en que los dos adoptan un poco las formas del otro.
En esas estoy en este momento de acoplamiento con mi nueva cartera extrañando a la otra que fue compañera de mil batallas y que no se me salía de la nalga cada vez que me sentaba.
De dichos, hechos y derechos desechos
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Siempre de los siempres siempres que me recetan un nuevo medicamento
investigo de que va para saber que le meto a mi cuerpo y tener presentes
las consecue...
Hace 3 días
Jajajaja muy buen ensayo..Saludos compa!!
ResponderEliminarHola, Mcrow, estoy de acuerdo con tus palabras. Quizá es porque los hombres somos simples, sí, simplemente somos hombres.
ResponderEliminarUn rampyabrazo.