sábado, 29 de agosto de 2009

De nada y del Taxista

Desde que retomé mi hobby de escribir veo la vida de diferente manera. Cada momento cada cosa y cada situación la veo como una posibilidad de escribir y de postear en este aún inhóspito blog. Pero sí este blog es inhóspito y misterioso (como las mujeres de Monterrey), es en parte porque quien esto escribe desconoce totalmente todo lo que se tiene que hacer para que un blog funcione y sea transitado.

He leído algunas páginas, he visitado sitios así como: ¿Qué puedo hacer para que mi blog sea visitado por más de tres personas y eso aún sin éxito. Sí a eso le agregamos que el lenguaje HTML enreda para mí los mismos misterios que los códices mayas; pues francamente encuentro el futuro de este blog poco alentador.

Sin embargo la terapia y la disciplina que he tenido que exigirme a mi mismo para semana tras semana estar aquí la encuentro muy beneficiosa. Pero bueno ya me salí del redondel porque no era eso de lo que quería hablar y para serles sinceros no se de que quiero hablar. Porque si bien las últimas dos semanas han sido agitadas, digamos que los acontecimientos no han sido memorables como para plasmarlos aquí.

Por ejemplo no hablaré de la semana anterior donde mis clientes me hicieron pasar las de Caín. ¿Tus clientes? Se preguntarán los dos lectores que siguen este blog. Digamos que para no embarrar a nadie y no rebelar los misterios que guarda mi identidad secreta (¡aijoesu!), sirva decir que yo trabajo en una compañía y que en esa compañía tengo clientes internos.
Esos mismos me hicieron ver mi suerte la semana pasada donde me hicieron sentir como pila de agua bendita a la que todo el mundo le metió el dedo. Aunque el Güero que es sumamente religioso, ortodoxo y esotérico me diga que en las pilas de agua bendita nadie mete el dedo por que ya no llevan agua, eso no es cierto porque aunque estas no tengan agua todo mundo les mete el dedo; con eso doy por finiquitado el asunto de las pilas de agua bendita.
Pues como decía no hablaré de esos que me hicieron ver mi suerte y tener una de las peores semanas laborales del año.

Tampoco hablaré de la junta de consejo que tuvimos el sábado pasado con los conejos y mi amigo el gordo reformado, donde tratamos por todos los medios que mi sobrina que viene en camino ya por fin tenga nombre; pero sus padres que son un par de sopes no se les ha hinchado darle uno a la criatura. Así que seguimos pendientes y sigue siendo la niña sin nombre.

El domingo que pasé con la jefa (la de la casa) los dos encamados todo el domingo viendo la tele y películas es algo que aunque mucho me gustó tampoco hablaré de ello, en primera porque a ustedes no les importa y en segunda porque la verdad es que tampoco hay nada interesante que contar que no sea babear la almohada y ver películas de las cuales se podría escribir mucho y este foro no es para eso.

Mi intempestiva y vertiginosa venida a Celaya puede ser algo que tal vez pueda hablar, aunque sirva decir que solo vine a trabajar y fuera de dos salidas con mis amigos Vacunos digamos que como la canción de los Cadetes de Linares “Aquí no hay novedad”. Mi amigo sigue siendo un espíritu libre y aventurero y su señora sigue siendo despiadada y amorosa, desde el viaje a Zacatecas que tocó hondo nuestros corazones tampoco han cambiado tanto.
Celaya pues sigue siendo esa extraña ciudad del bajío a la que yo le tengo un profundo cariño y a la que cada vez que voy me siento como sí volviera a casa.

Del que sí se puede escribir harto mucho bastante es del taxista que me llevó de Celaya al aeropuerto de León (que en realidad está en Silao) para volar al Aeropuerto de Monterrey (que en realidad está en Apodaca).

I was refucking my goats… osea, para los nakos que no hablan ingles, estaba recogiendo mis chivas, cuando me avisaron que ya estaba mi taxi en espera de que este señorón saliera a hacerle los honores de dejarse llevar al aeropuerto.
La hora de camino que se hace de Celaya al mencionado aeropuerto se me hizo tan larga como cinco minutos con un testículo en medio de una engrapadora.

Este hombre el cual estoy seguro se trata de una cruza entre Benito Juarez y Sammy el muchachito de Televisa, fue el auriga en mi partida de la capital de la cajeta.
Al principio subió mi equipaje a la cajuela muy ceremonioso y así mismo se subió, arranco y le dio.
Yo aproveché para hacer un par de llamadas y así en silencio tomamos la carretera que va de Celaya primero a Salamanca, luego a Irapuato y al final a Silao.
Llevábamos unos cinco minutos en silencio cuando yo (estúpido de mi) para hacer conversación le dije: Oiga que bonitos los sembradíos. Para no haber llovido este año se ven muy bien.
Hagan de cuenta que abrí la puerta del avión a treinta mil pies de altura.
De pronto así me succionó en un torbellino de palabras sin sentido, ni lógica. Irritadas y paranoicas.

¡Si se ven bonitos pero no han crecido! El campo está muy mal ingeniero (?) y la culpa de todo la tienen los campesinos, el gobierno los ayuda y mire lo que hacen. El gobierno no sirve para nada, el gobierno “namás” está viendo como nos friega (pues no que los ayudaba). Todos los que están en el poder están en cochupo (o sea en contubernio pero el así dijo) para fregarnos a todos. ¿Y que me dice del Peje? (¡Uf!), es un idiota (de acuerdo), pero más idiotas los que lo siguen (sí pero cuidado porque son muchos). Y Fox ¿no es un payaso? ¿No es un payaso ingeniero (?) Es el presidente de la mercadotecnia. Y cuando Salinas mató a Colosio (sopas eso no lo dije yo)… por ejemplo ahora que vino Obama ¿que tal que el Peje le hubiera dicho que el es el presidente legitimo? ¿Usted cree que Obama le va a creer Ingeniero? (?) Lo que pasa es que nada es lo que parece, todos están de acuerdo para fregarse a la clase baja porque ya la media no existe ingeniero (¿Ah no?), Yo por ejemplo soy de Colombia de Barranquilla Ingeniero (ahhh la tierra de Shakira), pero llegué muy joven solo para ver las mismas injusticias, ese Subcomandante Marcos de Chiapas es puro cuento ingeniero, está de acuerdo con el gobierno, a ver ¿sí no porque no le han caído?, y que tal Calderón, se ve que tiene pantalones (pues si… chiquitos pero si) pero al final es lo mismo ingeniero. ¿Y las empresas ingeniero? ¿Qué me dice de las empresas? (…) esas están con el gobierno y con el Peje y con el presidente y con Salinas y con Marcos y con Obama. Claro… menos de la empresa que usted viene ingeniero ¿a poco no ingeniero?
Solo le faltó decirme que pronto nos raptarán los extraterrestres y que las planchas en realidad no son otra cosa que instrumentos del gobierno para espiar nuestra ropa.

Ya cuando me dejó se le ocurrió preguntarme al personaje ¿y es usted Ingeniero o Licenciado?
Soy Licenciado. Yo sí estudié.
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jueves, 20 de agosto de 2009

Ensayo sobre la Cartera

Las mujeres nunca entenderán que para nosotros los hombres el cambiar la cartera es el fin de toda una era. Salió verso sin esfuerzo. Cuando nosotros comenzamos a utilizar una, es como un matrimonio… hasta que la muerte nos separe.

Las mujeres pueden tener una bolsa y otra bolsa y otra bolsa. Sí van a trabajar es una, sí van con sus amigas es otra, sí van a una boda es otra, sí van a un coctel es otra.
Le son infieles a sus bolsas con los primeros zapatos bonitos de otro color que pasen.

En cambio para los hombres nuestra cartera es sagrada. ¡Yo jamás me cambiaría la cartera ya ande en chanclas o en smoking! Eso a nuestras amadas compañeras les provoca salpullido en las axilas. Cuando te pones de traje, sacas tu mejor corbata con los zapatos más formales que tienes (que normalmente también son solo un par) y te echas a la bolsa de atrás tu amada y desvencijada cartera.

Para nosotros la cartera, ya sea que tenga dinero en ella o no. Es la fuente de todos nuestros poderes. Sí bien esta puede cambiar con el tiempo sí y solo sí ya esté que se parta en pedazos, el contenido amen del dinero es casi siempre el mismo desde que empezamos a utilizar una.

En ella encontrarás cosas tan importantes como las tarjetas de debito o crédito, pero sí vas a esos recovecos convenientemente construidos por los inteligentísimos hacedores de carteras, descubrirás objetos que hasta al más experimentado arqueólogo le harían arquear las cejas. Por ejemplo alguna barajita con una importante figura de nuestra infancia. O una estampita de alguna deidad religiosa. La foto de la persona amada. Alguna foto de nosotros mismos en tiempos mejores, tal vez alguna moneda de la buena suerte, el billete de emergencia en caso de que algo inesperado suceda, una servilleta de cierto lugar que se nos quedó en la memoria, tal vez un escapulario arrugado por ahí, la foto de una exnovia (Díos nos libre de que sea encontrada…) o un billete de otro país que alguien nos obsequio.
Ni siquiera hablaré de esos babosos que se les ocurre meter un preservativo para “uno de esos días”. Solo dejemos que un embarazo no deseado los alcance; para eso si que no son.

Los objetos que hoy los hombres guardamos en la cartera sustituyen a los que guardábamos de niños en alguna caja y que eran nuestros “tesoros”.
Sin embargo lo peculiar de este asunto es guardar tesoros dentro de otro que es la cartera per se.

Una de las cosas que adquirí en mi pasado cruce del charco. Hablo del río Bravo no del Atlántico. Brincos diera yo. Fue nada más ni nada menos que otra cartera.
Para que el público femenino entienda a lo que me refiero, cierren sus ojos por un momento (después de leer esto claro está) e imaginen que hoy tienes que cambiar a tu pareja de años, de la que estás profundamente enamorada por otro nuevo. ¡Ah verdad! Por seductora que parezca la idea en principio, no lo es.
Ya me imagino yendo yo a algún lugar a cambiar a la mía. Para empezar las que de verdad te gustan son exageradamente caras por lo que sí no cuentas con el presupuesto lo mejor es que sigas soñando con ellas. Entonces con base a tu presupuesto lo más probable es que lo que puedes pagar no te guste del todo, porque estás muy enamorado ¿me siguen?
De pronto se puede dar el flechazo con alguna que se acomoda a nuestras necesidades, a nuestro gusto y a nuestro presupuesto. Ya solo estoy hablando de las carteras, no me vayan a querer divorciar después.

A veces pienso que las carteras son como las varitas mágicas de Harry Potter, ellas te escogen a ti. Por eso cuando se da esa ecuación imposible acompañada de esa química es muy importante no dejarla pasar.

Sin embargo retomando el comparativo con la pareja, una vez que pasa ese periodo de cegador enamoramiento es cuando uno empieza a ser conciente de los defectos de lo que uno adquirió.

Esto tiene la sencilla explicación de que después de hacer el ritual de sacar uno a uno tus tesoros para depositarlos cuidadosamente en su nuevo hogar; vas viendo como tu antiguo amor (la cartera) se va quedando vacío y achicopalado, mientras el nuevo se va llenando y deformando. Súbitamente te invade un sentimiento de odio para con el nuevo guardándole el rencor de que estás teniendo que dejar ir al otro para hacer una nueva vida con el.
El proceso de duelo inicia en el momento en que la cartera vieja tiene que irse a la basura por una patraña supersticiosa que dicta: Cartera vieja que no va a la basura… aleja el dinero. Esto creo que si aplica tanto para ellas como para algunas parejas.

Después de los honores fúnebres empieza un proceso de aclimatarse al nuevo accesorio muy parecido al que sucede después del matrimonio. Para no entrar en detalles dejémoslo en que los dos adoptan un poco las formas del otro.
En esas estoy en este momento de acoplamiento con mi nueva cartera extrañando a la otra que fue compañera de mil batallas y que no se me salía de la nalga cada vez que me sentaba.
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jueves, 13 de agosto de 2009

Crónica McAllensca

Sí este texto casi no llega a sus manos es en parte culpa de Starbucks y mía por no buscar un tiempo para ponerme a escribir.

Después de casi una hora de haber llegado a esta cafetalera embajada mundial, buscar estacionamiento, bajarme, hacer fila, pedir un te helado de Mango Maracuya y esperar tortuosamente a que los chavitos alegres que contratan en esta exitosa franquicia pudieran empezar a surtir pedidos; aquí estoy para terminar de contarles la experiencia de mi viaje a McAllen con las tías y mi mamá todas en una sola exhibición.

Ya relaté como fui presa de un complot al más puro estilo de Andrés Manuel y acabé embarcado en ese viaje ornitológico con cuatro guacamayas las cuales tienen la asombrosa habilidad para hablar y escucharse todas al mismo tiempo.
No deja de impresionarme como ellas pueden hablar todo el tiempo sin perder el hilo conductor de la conversación; y yo pobre hombre al fin, debatiéndome para dar batería a las viejitas quienes así como no se les acaba la pila para hablar, tampoco para brincar de tienda en tienda buscando artículos de escasa importancia.

Así llegamos a Cadereyta (que es hermoso en esta época del año), luego a otros lugares que no recuerdo para acabar en Reynosa; dinámica ciudad dominada por todo menos por el gobierno y hacer la tortuosa fila que nos llevaría al sueño americano. Ese sueño que para los norteños consiste en ir a comprar jabones, ropa y comer en Luby’s sin olvidar nunca a “el multiusos” Target.

Después de que el simpático oficial de migración (es un decir… una papa al horno es más agradable) se apiadara de mi con su cara de cartón por llevar un modelo 38, uno 41, uno 44, mi mamá 52 (el más reciente) en los hombros de este modelo 78 que con sus 31 años ya le suena el cigüeñal, nos dejó pasar como quien dice: Ándele ándele vayan con Dios.

Así avanzó este frente a sitiar la multivisitada Target de la zona de Trenton.
No deja de impresionarme Target por ser una tienda donde uno puede conseguir desde un espectrofotómetro de absorción atómica hasta caramelos para los niños ¡y a los mejores precios!

Ahí llevaba yo la instrucción del estado mayor, de comprarle a la hija de mis amigos los conejos (y próximamente mi sobrina) algunos artículos que le serán de mucha utilidad en sus primeros meses. Calcetines, chupones, mameluco, baberos etcétera.
Fue ahí cuando yo presa de una ternura incontrolable decidí por mis puros tompiates llevarle a la conejita un ejemplar de la misma especie de peluche el cual orgulloso en su pecho llevaba escrito “My First Bunny”

Como puede uno resistirse a algo así. Por lo tanto decidido lo abracé y lo eché al carrito fantaseando con la cara de sorprendida que pondría cuando se lo diéramos. Fantaseé con el hecho de regalarle su primer muñeco de peluche. La imaginé yendo a la universidad llevando solo sus libros y su conejo. Me ilusioné pensando en ella de viejita en su mecedora, contándoles a sus nietos la historia de su tío y el conejo de peluche que le compró en Target.
Que poco me duró el gusto.

Cuando llegué con mi cabecita blanca a mostrarle orgulloso el conejo, lo vio de reojo y me dijo muy seria: Tu hermana ya le compró uno igualito.
Es increíble como se me vino el mundo encima.
Pensé en la cara que pondría cuando recibiera su conejo de peluche, la imaginé de nuevo yendo a la universidad con solo sus libros y su conejo y de viejita contándoles a sus nietos la historia del conejo y de… su tía que se lo compró sabrá Dios donde.

Esa fue mi visita a Target. Una completa desilusión de pensar que nunca les contaría a sus nietos de los chupones, los calcetines y el mameluco que acabé llevando.

Así pues avanzó el contingente sobre Luby’s donde comimos y nos saciamos. ¡Que pila de las tías! La tía Osa y la tía Güera hacían planes para tomar el HEB en punto de las doce de la noche. ¡Que doce de la noche ni que freír los mocos! Ni que fuera el sitio de Cuautla.
Ya me veo yo a las doce de la noche parado con el cadenero del HEB diciéndole somos cinco por favor déjenos pasar, permítame su identificación, como no, Uy ya estamos llenos vengan mañana. ¡Chale!

Después de una ardua jornada en la Plaza Mall nos fuimos al hotel a dormir.

El plan más importante del día siguiente era abordar de manera contundente los Outlets de Mercedes donde la tía Osa que es el peor sistema de GPS que he tenido nos llevó con algunos contratiempos.
Fue así cuando comencé la imposible hazaña de comprarme pantalones.
Parecía que el mundo había sufrido una tremenda maldición y todos los hombres habían sido destinados a tener la talla de 36x32. O era eso o no me explico porque no había un solo pantalón de la mítica medida en todo el maldito outlet.
Entre aquí y entre allá, me probé tantas veces que creo que ni los tres primeros meses de mi matrimonio me quité tantas veces los pantalones de lo que lo hice en ese solo día.
Enojado y frustrado acabé comprándome un 35x32 y un 36x30 tratando de obtener lo mejor de los mundos y todo para que llegando me dijeran: Ese te aprieta. Ese te queda rabón ¡Ay Díos mío ten piedad de mi!

Mientras tanto la tía Güera que tiene severos problemas con su manera de comprar, parecía el demonio de Tazmania por todo el lugar. Solo se veía un remolino y sus manos por fuera con bolsas en las manos.

Cansados, acalorados y muy, muy gastados, salimos del famoso outlet de Mercedes Texas de vuelta a nuestro hotel en McAllen; no sin antes hacer escala en una tienda para que “Taz” le llevara un guante de golf a su marido, en McDonalds a comprar un refresco, en una farmacia para comprar vitaminas y en una librería para tomar café. Cosa que nos tomó alrededor de tres horas más.

El hijo de la Osa, mi primo el osito y su novia tuvieron el detalle de invitarnos a cenar a su casa en la misma ciudad y así transcurrió la muy agradable velada hasta las doce de la noche sin tener que ir al HEB.

Al día siguiente después de que la tía Güera pagara sin mi consentimiento la cuenta de mi cuarto en un gesto sumamente amable. Decidí devolverles el favor invitándolas a desayunar muy rico antes del regreso.

Desde luego era imposible dejar McAllen sin una fugaz visita al HEB donde las señoras hicieron sus últimas compras por el huracán (yo creo que venía un huracán porque parecían de pánico) y así nos alejamos de ahí de vuelta a la Sultana del Norte al lado de mi consorte a quien nunca le perdonaré que no me haya acompañado en este viaje ornitológico.
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jueves, 6 de agosto de 2009

Viaje Ornitológico

Yo creo que debo de haber tenido un lapso de locura cuando acepte el llevar a McAllen en mi carro a cuatro viejas que en principio todas me doblan la edad.
Bueno una de ellas casi.

Las cuatro vienen como loros huastecos hablando al mismo tiempo y yo como el único macho alfa de la manada, solo como el humilde esclavo que soy, esperando que alguien me pregunte y yo que opino. Pregunta que nunca llega porque que carajos les va a importar lo que piense un esclavo como yo.

Seguro tu lector/lectora te estarás preguntando como llegamos hasta este punto y pues creo que te debo una explicación para que entiendas como la vida me llevó por estos rumbos.

Resulta que la Farona (mi amada esposita) y yo decidimos escaparnos ahora de chopping a la ciudad de San Antonio Texas. ¿Por qué? Pues porque así somos nosotros los norteños, específicamente los de Monterrey. Cuando necesitamos comprarnos ropa, cosas del hogar o simplemente ir a bobear nos vamos a Laredo o a McAllen y entonces dejamos nuestros carísimos dólares en manos de los gringos y aprovechamos las efímeras y dudosas ofertas que según esto hay del otro lado del Río Bravo.

Nosotros normalmente preferimos irnos a San Antonio porque la verdad a mi con perdón de los nativos de la zona Laredo y McAllen me parecen más algo así como dos pueblos fantasmas en los que cada sábado y domingo se dan cita la mitad de la población de Monterrey (dos melones aprox) para los fines que ya comenté.
San Antonio como es más lejano es más difícil que se atasque y como no nos gustan los gentíos pues cuando podemos vamos para allá.

Así fue como yo de buena onda le ofrecí a mi cabecita blanca acompañarnos a la más bella de sus nueras y a su servilleta de chopping.
Y de pronto todo dio un giro inesperado.

Resulta que una de las hermanas de mi mamá que vive en la Ciudad de México con cuñada incluída, decidieron dejar el clima paradisiaco de allá y venirse a dorar las varices a la Ciudad de las Montañas.
La otra hermana oriunda de aquí que pues esa ya estaba y acabó de formar el temido grupo al que mi madre (a como la quiero…) decidió invitar con nosotros.

De pronto mi luna de miel a San Antonio se convirtió en procesión a la Virgen de Shoenstatt con las fuerzas básicas del INSEN. Hasta Ahí todavía no me daba yo cuenta (iluso de mi) de que todo lo que creía tener bajo control se me era arrebatado de la mano de la manera más hostil por las viejitas.

Pero eso no fue lo peor del caso. Lo peor llegó cuando la dueña de mis quincenas me salió con la xalada de que a ella se le había hecho bolas el engrudo en la chamba y que ni maiz que iba a San Antonio porque corríamos el riesgo de perder todo nuestro magnánimo patrimonio por una ida de chopping.

¿Te cae? ¡Me cae! ¡No la inges mamior y ahora que hago con las tías y mi mamá! Pues llévatelas. ¿Yo solo? ¡Pues si tu solo! Pero es que no creo tener la entereza necesaria ni la férrea voluntad para conducir semejante expedición. ¡No manches! Deveras Elenita sí no vas conmigo y me ayudas con el paquete completo del asilo me recae que me le tiro en pleno freeway enfrente a algún trailer para que termine con mis penas. ¡No seas exagerado! ¿Exagerado… pero que no estás viendo el contingente? ¡Pues si son tu mamá y tus tías que tanto quieres! ¿Y te has preguntado porque las quiero tanto? No. Pues porque nunca me las he tenido que fumar juntas cinco horas en un carro a las cuatro de zopetón, ni mucho menos llevarlas de chopping a todas en una sola exhibición. ¿¡Ay que tiene!? ¿¡Cómo que tiene, no te das cuenta verdad!? Pues sí que Dios te libre.
Y así me dio un beso y me mando como al pobre Frodo con el anillo en la mano contra el señor de las Tinieblas.

Yo que no me quedo tranquilo, de inmediato convoque a mi mejor aliada para estos menesteres; la que pensé que no tendría los cojones para dejarme solo en tan complicada empresa y así fue como llegué con mi hermana.
Pero la verdad lo que a mi hermana le sobra son cojones y con la mano en los idem me despacho por donde vine: ¡Zaquese que… sí yo fui a McAllen con el pelón el fin de semana pasado! ¿Y que? Ahora no vas por el chopping vas por solidaridad con tu hermano mayor. ¡Na… no tengo lana! Yo te doy 10 dolares y te compro un Milky Way (esa no podía fallar) No ni maiz vete solo con ellas (si falló). Pero maita… mira se que ha sido difícil para ti pero piensa un poco, ¿Cómo me voy a ir con cuatro sesentonas a San Antonio yo solo… que voy a hacer? Pues llevarlas y tu irte de chooping, además mi mamá todavía no llega a los sesentas y sí se entera de que dices eso es capaz de castrarte con un pelapapas (¡Ouch!) No seas así… mira piensa en todo lo que hemos vivido juntos, te doy 20 dolares, Milky way y dos jaboncitos de Bath n Body Works ¡No! Bueno finalmente soy tu hermano mayor y me debes obediencia y respeto, por lo tanto te ordeno que no discutas más, eches unos calzones en la maleta y vengas conmigo de inmediato.
Cuando digo de inmediato siento que recupero mi autoridad misma que mi hermanita me quitó así con una sonrisa burlona que decía: Pues te ingas.
¡Chale!

Por sí mi desgracia no fuera poca entonces las fuerzas básicas del INSEN ya dueñas de la situación en su totalidad, de inmediato convocaron a una sesión de brujas de alto grado y decidieron en un golpe de estado, así como el de Honduras, que el destino ya no era San Antonio; ahora era McAllen (porque estaba más cerca), que nos íbamos en mi carro y que yo conducía y que me callara y que sí decía algo entonces chanclazo.

Esto estimados lectores fue la “breve” historia de cómo llegue yo a estar en mi carro con cuatro loros huastecos rumbo al norte. Más adelante contaré el periplo completo de dos días y medio en el que mis espermatozoides fueron muriendo uno a uno, junto con toda mi hombría.
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